Si la rutina de Sony Setiawan hubiera seguido su curso este lunes 29 de octubre de 2018, este funcionario del Ministerio de Finanzas de Indonesia debería estar muerto, y las docenas de buzos y rescatistas que buscan los cuerpos de las 189 víctimas del accidente del vuelo JT610 de Lion Air tendrían el nombre de este señor en sus listas de desaparecidos. Pero no, porque una jugada del destino le permitió a Setiawan seguir en este mundo.
Él mismo lo contó a la prensa cuando aterrizó y se enteró que el avión donde él todas las semanas hacía el trayecto entre Yakarta y Pangkal Pinang había caído al mar apenas 13 minutos después de haber despegado. Seis de sus compañeros de trabajo, con los que volaba semanalmente, perecieron en la tragedia que enluta a ese país de Asia. Setiawan se salvó porque el tráfico lo atrapó, como si no quisiera dejarlo partir.
"Normalmente tomo el JT610. Mis amigos y yo tomamos siempre ese avión”, dijo a la agencia AFP. "No sé por qué, pero el tráfico estaba horrible. Usualmente llego al aeropuerto de Yakarta a las 3 am, pero esta mañana llegué a las 6.20 y perdí el vuelo”, explicó conmocionado. Contrariamente a lo que podría pensarse, no estaba aliviado. Sus colegas fallecieron y él siente esa pérdida con hondo pesar.
"Cuando me lo dijeron me puse a llorar. Sé que mis amigos iban ahí”, explicó. Cuando vio perdido su vuelo, compró pasajes en el siguiente avión que realizaba la misma ruta. Eso no lo sabía nadie en su familia, que asumían que Sony estaba muerto. "Estaban todos en estado de shock, mi mamá lloraba”, relató. "Le dije que estoy bien, recién entonces me sentí agradecido”, explicó.
Las autoridades dan por fallecidas a las 189 personas que iban a bordo del avión, cuya caída al mar no ha podido ser explicada hasta ahora.
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