La joya de la Fuerza Aérea de Estados Unidos hizo su estreno militar.
El F-35B Lightning II entró por primera vez en combate esta semana durante una misión ejecutada contra los talibanes en Afganistán, una operación que ha sido calificada como un “éxito” por el Pentágono.
La principal característica de los F-35B es su sistema de despegue y aterrizaje vertical, lo que le convierte en una herramienta de gran utilidad para operaciones en superficies irregulares y, por lo tanto, en un activo de inestimable valor para los marines.
“El F-35B Lightning II multiservicio representa un salto cuántico en el dominio de los cielos (…). Puede aportar apoyo aéreo a gran proximidad en zonas de peligro en las que nuestros actuales sistemas no sobrevivirían”, explicó a Efe el capitán Christopher Harrison, de la oficina de comunicación del Cuerpo de Infantería de Marines.
En su estreno, el jueves pasado en Afganistán, el cazabombardero llevó a cabo una misión, de la que han trascendido apenas detalles, y que fue llevada a cabo por tropas del Cuerpo de Infantería de Marina dentro de la ofensiva que de manera independiente ejecuta el Ejército de EEUU en ese país, en el marco de la operación Centinela de la Libertad.
“El ataque aéreo en apoyo de nuestras operaciones de despeje de la zona fue considerado un éxito por la comandancia de la tropas de tierra”, celebró el Departamento de Defensa en un comunicado.
La movilidad vertical del F-35B es uno de los principales motivos por los que los marines decidieron incorporar estas aeronaves a su Decimotercera Unidad Expeditiva que lidera el USS Essex, un buque de asalto anfibio con capacidad para transportar helicópteros y aviones capaces de despegar y aterrizar en pequeñas superficies.
El vicealmirante de las Fuerzas Navales del Comando Central del Ejército de EEUU, Scott Stearney, señaló en un comunicado que “como parte del Grupo de Acción Anfibio del USS Essex, este aparato puede apoyar operaciones sobre el terreno desde aguas internacionales, al tiempo que aporta una superioridad marítima”.
Más allá de su innovadora capacidad de maniobra, el F-35B cuenta con otras características que le convierten en una de las herramientas bélicas más prometedoras del Pentágono, que en los últimos días no ha dejado de celebrar el debut de su nuevo “juguete”.
El fabricante del aparato, el gigante de la industria aeronáutica Lockheed Martin, ha asegurado que su tecnología de sigilo, su velocidad supersónica, sus poderosos sensores y su capacidad de portar armamento de gran tamaño “convierten al F-35B en el caza más avanzado construido en la historia”.
Sin embargo, desde hace meses, las expectativas del estamento militar respecto a sus nuevas aeronaves se habían deteriorado considerablemente debido a que sus ambiciosos objetivos habían provocado un sinfín de retrasos en su implantación en las Fuerzas Armadas, que actualmente disponen de un total de 61 aparatos.
Además, su elevado coste llevó a medios de comunicación locales a referirse a este avión como “el instrumento de guerra más caro de la historia”.
Las críticas fueron tales que incluso el presidente de EEUU, Donald Trump, decidió tomar cartas en el asunto y presionó para que el Pentágono renegociara con el fabricante el precio final, hasta conseguir “el precio por aparato más bajo de la historia”, de acuerdo a Joe DellaVedova, portavoz del programa F-35B Lighting II.
Tras esta renegociación, Lockheed Martin aceptó vender cada caza por $115.5 millones de dólares, lo que supone una reducción del precio de un 5,7 % respecto a los $122.4 millones que venía cobrando inicialmente.
Para colmo, cuando parecía que la popularidad de los F-35B comenzaba, por fin, a despegar gracias a la rebaja de su precio y a su estreno en combate, un nuevo incidente ha vuelto a arrojar sombras sobre esta moderna aeronave.
Este viernes, apenas un día después del debut bélico de los cazas en Afganistán, un F-35B se estrelló en las proximidades de la base aérea del Cuerpo de Infantería de Marina de Beaufort, en Carolina del Sur. El piloto, cuya identidad no ha sido desvelada, logró salir indemne tras propulsarse desde el avión.
Este accidente pone una vez más al F-35B en el ojo del huracán y lo hace, además, en el peor momento posible: cuando todas las miradas volvían a estar puestas sobre este prometedor caza que no termina de arrancar.
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