El arte del engaño. La distracción perfecta. Un tiro de esquina ejecutado con la astucia de un lobo y el gol que le da el triunfo al Liverpool. Sucedió a los ochenta minutos del segundo tiempo, cuando Barcelona estaba más sometido que nunca, aturdido por la mágica noche de Wijnaldum en el Anfield.
Caminó hacia adelante, como yéndose de la jugada Alexander Arnold. Y en una repentización fenomenal, se dio mediavuelta y ejecutó el córner rasante, a media altura. Divock Origi recibió en la puerta del área chica y liquidó a Ter Stegen. Los futbolistas del Barcelona que esperaban en el área estaba petrificados. Fue el cuarto gol del equipo inglés, el que dejó a los españoles que llegaron hasta Inglaterra helados.
Origi había marcado el primer gol. El belga mostró su oportunismo en el área de Ter Stegen, que había sido una de las figuras de la semifinal. Todo el mérito fue del joven lateral nacido hace 20 años en West Derby. A todos les hizo creer que no iba a hacer algo que finalmente hizo.
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