Empresas de todo el mundo sufren un chantaje simultáneo. Aquí, muchos han dirigido sus acusaciones hacia Chema Alonso, el singular responsable de Datos de Telefónica.
Los whatsapps empiezan a echar humo: “Han hackeado a Telefónica, ¿tú no eras de Movistar?, pues apaga el móvil que se infecta”. Por una vez, un mensaje de alarma de este tipo no es una leyenda urbana, sino la constatación de que un ciberataque mundial ha tenido éxito en 74 países incluyendo a EE UU, Reino Unido, Italia, España… Puedes seguir el rastro de destrucción en este mapa actualizado en tiempo real.
Es un ataque ramsonware con el virus WannaCry, del que Chema Alonso, responsable de Telefónica, da todos los detalles en su blog. En román paladido, un ramsonware es un virus que entra en tu ordenador, codifica cuantos archivos encuentra y te exige que pagues si quieres volver a acceder a ellos. Cada día se lanzan 2.000 ataques de este tipo. ¿Por qué nos enteramos esta vez? Porque han tenido éxito.
Al imaginar este fenómeno, seguro que os imagináis un equipo de delincuentes de élite trabajando con miles de ordenadores en una nave oscura del Downtown Brooklyn. Hay un friqui muy listo, de escasas habilidades sociales, y un jefe de la operación que mantiene “una tensión sexual no resuelta” con una despampanante modelo licenciada en el MIT. Tras probar mil opciones (y con una canción de Mr Robot de fondo), descubren una vulnerabilidad asombrosa en internet mientras mastican pizza. Ojalá.
Tenemos pues a unos tipos de China (según ha informado Telefónica) que siguen paso a paso las instrucciones para poder hackear ordenadores. Lanzan miles de correos SPAM (hasta 45.000 detecta Kaspersky) y tienen éxito: alguien pica. Desde ese primer incauto, el virus se extiende de ordenador en ordenador como la pólvora y al final nos encontramos con un secuestro de datos que pide un rescate en bitcoin (moneda virtual difícilmente rastreable) de 300 dolares.
Con el ataque ocupando ya portadas y aperturas de informativos por todo el mundo, pensaréis que esos chinos espabilados se han hecho ricos en un pispás. Según los primeros datos, 20 personas habían pagado el rescate de 300 dólares, lo que les ha proporcionado 6.000 dólares. Esa es su recaudación a nivel mundial.
Localizado el cómo, el quien, y con un primer porqué, toca buscar culpables.
Y ahí nos encontramos con el factor “Chema Alonso”.
Chema Alonso, reconocido hacker, pero de los Jedi, no del lado oscuro, es el Chief Data Officer, o responsable de Datos, de Telefónica. Un cargo lo suficientemente moderno para que cada cual lo traduzca según le parezca: jefe de Informática, responsable de Seguridad Digital o -lo más habitual- mandamás de los ordenadores.
Sobre Chema se han cargado las tintas de este ataque. La primera razón es que fue Telefónica la empresa que alertó de un ataque en España que, según el Centro Criptológico Nacional (CCN), afecta a otras grandes firmas del país. Y, según se comenta en redes sociales, dichas firmas son BBVA, Gas Natural, Iberdrola, Vodafone, Capgemini y Anderson.
La segunda interpretación de esta crítica es más prosaica: muchos le tenían ganas a Alonso.
En el mundo tecnológico hay una forma rápida de saber el estatus de un empleado trabajando por cuenta ajena. En los niveles inferiores encontramos a quienes tienen que ir de traje y corbata a la oficina, y en la parte superior, a los que pueden acudir con su camiseta de Pearl Jam a trabajar. En ese esquema, Chema es la persona que compite con Juan Aguirre de Amaral por ser conocido como “el hombre del gorro”.
Todos envidiamos secretamente a un tipo que puede aparecer en la web corporativa de los directivos de Telefónica con un gorro de lana a rayas y una camiseta. Y en España eso, a veces, acaba pasando factura.
Muchos le señalan hoy como el responsable de que Telefónica haya sufrido este ciberataque. Incluso algunos medios llegaron a decir que en las redes sociales se había criticado su nombramiento por “no estar suficientemente formado. Alonso es Ingeniero Informático, Doctor en Seguridad Informática y Embajador Honorífico de la Escuela Universitaria de Informática de la Universidad Politécnica de Madrid.
Cierto es que sus primeras respuestas añadieron más leña al fuego: estaba de vacaciones y, encima, comiendo. Una disculpa que remitía a Gila preguntando al enemigo si les venía bien que les atacaran a las 9 de la mañana. Pero no menos cierto es que en ciertas redacciones y consejeros de administración se morían por soltarle: “¿No sabías tanto de hackers, no escribías tanto de seguridad en la red, pues toma del frasco y quítate el gorro?”
De momento, lo sigue llevando puesto.
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