La primera mención al mesenterio que se conoce la hizo Leonardo da Vinci en uno de sus escritos sobre anatomía humana de comienzos del siglo XVI.
Pero esta parte del cuerpo, que hace de conexión de los intestinos con el abdomen, permaneció casi ignorada por los médicos por 500 años y hasta ahora los científicos no la habían considerado un órgano propiamente dicho.
Más bien, creían que se trataba de un repliegue de tejido. Una estructura fragmentaria compuesta de múltiples partes separadas y, como tal, una suerte de apéndice sin relevancia médica.
Investigaciones recientes, sin embargo, acaban de confirmar que se trata de un órgano único y continuo en el corazón de nuestro sistema digestivo.
Mediante un estudio de más de seis años, un equipo médico de Irlanda recogió la evidencia necesaria para que el mesenterio adquiera estatus de órgano.
Y eso lo convirtió en el más nuevo descubierto en el cuerpo humano.
"La descripción anatómica que se estableció hace unos 100 años era incorrecta. Este órgano está lejos de ser fragmentario; es una estructura simple, continua y única", señaló J. Calvin Coffey, investigador de University Hospital Limerick, en Irlanda, líder del equipo que realizó el descubrimiento.
La reclasificación fue publicada en un artículo de la prestigiosa revista médica The Lancet de Gastroenterología y Hepatología, firmado por Coffey y su colega Peter O'Leary.
"En el estudio, que ha sido revisado y aprobado por colegas, decimos que ahora tenemos un órgano en el cuerpo que hasta la fecha no se había reconocido", señaló el médico cirujano.
Nuevo órgano, nueva ciencia
El flamante órgano es un doble pliegue del peritoneo -como se llama al recubrimiento de la cavidad abdominal- que une el intestino con la pared del abdomen y permite que se mantenga en su lugar.
En 2012, Coffey y sus colegas mostraron los resultados de sus estudios con microscopio en los que se sugería que el mesenterio tiene una estructura continua, necesaria para que un órgano sea considere tal.
Desde entonces, se han dedicado a recoger evidencia para sostener que su reclasificación era justificada.
El artículo final que han publicado ahora es la validación de esos hallazgos.
Y aunque el funcionamiento del aparato digestivo no cambia, la confirmación de que esta porción de tejido es efectivamente un órgano "nuevo" abre la puerta de una nueva disciplina de estudio.
"Podemos categorizar enfermedades digestivas en relación a este órgano", apunta Coffey.
¿Sirve para algo?
Sin embargo, ahora que han detallado su estructura y características anatómicas, es hora de focalizarse en la funcionalidad: los científicos aún no saben muy bien qué función específica cumple el mesenterio.
"(Es) el próximo paso... Si entendemos su función podemos identificar las anomalías, y establecer que entonces tienes una enfermedad (cuando el funcionamiento es anormal)", apunta Coffey, en el comunicado de prensa de la Universidad de Limerick que acompañó a la publicación en The Lancet.
El estudio del mesenterio, señalan los expertos, puede ser clave para entender mejor algunas enfermedades abdominales y digestivas y para revisar los tratamientos vigentes.
Puede dar lugar, por ejemplo, al desarrollo de nuevas técnicas quirúrgicas menos invasivas, con menos complicaciones o con una mejor tasa de recuperación del paciente.
Por lo pronto, los manuales de medicina y las clases universitarias ya contemplarán al mesenterio como un órgano hecho y derecho, que los aspirantes a médicos comenzarán a estudiar así como lo hacen con los otros casi 80 órganos del cuerpo humano que conocemos.
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