El sorteo del Mundial 2018 es el punto de partida. La preparación de los seleccionados ahora tendrá un fin único, que será el de ser los mejores en la cita ecuménica. Y es cierto, para ser los mejores hay que ganarles a todos, pero también es igual de real que a partir de ahora las bolas -frías o calientes- empiezan a jugar con el destino de todos.
El destino que siempre, o casi siempre le sonríe a Brasil, y también a los anfitriones. Son las ironías de todos los sorteos, las sospechas ¿infundadas? y el azar que siempre se confabula con la Canarinha para que casi sin problemas se sitúe en la segunda ronda.
Cuando Omar Borrás , entrenador del fabuloso seleccionado uruguayo de 1986 comandado por Enzo Francescoli, definió al Grupo E donde se encontraba la selección charrúa como el 'Grupo de la Muerte' -compartió fase junto con Alemania, Dinamarca y Escocia- nunca se habría imaginado que la denominación formaría parte del glosario de palabras íntimamente relacionadas con el fútbol.
Desde entonces, en todos los mundiales se ha denominado un Grupo de la Muerte. La FIFA toma para el sorteo los coeficientes dentro de su ranking y además otorga puntajes a los seleccionados de acuerdo a las posiciones ocupadas en los últimos tres mundiales. Además, se busca que los seleccionados de las mismas confederaciones no se enfrenten entre sí -no es el caso de la UEFA ya que es la de mayor cantidad de representantes- y por ello salen grupos de dificil pronóstico.
Lo curioso es que Brasil parece siempre gozar de cierta pleitesía porque los grupos que le han tocado nunca han sido de mayor complejidad, al igual de lo que suele suceder con el país anfitrión... azar o manipulación, criterios de selección preparados, el Grupo de la Muerte siempre será el atractivo principal, el plato fuerte de la primera ronda, el centro al que apuntan todos los televidentes, los partidos imperdibles para cualquiera que presuma ser amant:e del fútbol.
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