Mascherano ha pedido marcharse del Barça justo cuando el Barça más le necesita y eso es sinónimo de conflicto de intereses que no presagia nada bueno, porque nada bueno será que el jugador se quede obligado y sintiéndose maltratado y nada bueno será, tampoco, que el club tenga que buscar deprisa y corriendo un sustituto que tenga que adaptarse al sistema y al juego del equipo precisamente en el tramo de la temporada en el que se deciden los títulos.
En el caso de Mascherano, además, confluyen circunstancias que lo hacen especialmente delicado. Su amistad con Messi es un asunto de alta sensibilidad. Cualquier decisión que se tome ha de ir en consonancia con la posible reacción de Leo y lo último que ha dicho el crack es que entiende que su amigo quiera marcharse y buscar minutos en otro equipo. Es decir, que desde este punto de vista lo aconsejable sería ahora buscar una salida que no dejara efectos secundarios altamente perniciosos, de la misma forma que antes lo aconsejable era renovar a Mascherano, como se hizo hace un año nada más y nada menos que por tres temporadas cuando ya tenía 32 años en su carné de identidad.
Es más, hace ahora solo cinco meses, se desestimó el fichaje de Íñigo Martínez porque estaba Mascherano y se confiaba plenamente en él, pero también porque el jugador quería seguir. Y luego está la mala planificación respecto a los centrales. Piqué y Umtiti son indiscutibles, dos de los mejores centrales del panorama futbolístico mundial, sí, pero, ¿y los demás? Pues los demás eran, y todavía son, Mascherano, con 33 años, y Vermaelen, con 32 y en el que se confiaba más bien poco. Cualquier contratiempo era un problemón. Y han venido dos adversidades seguidas: la lesión de Umtiti y el deseo de Mascherano de marcharse, así que...
Mandan los jugadores
Ahora el Barça necesita a Mascherano, por lo menos durante las 8 semanas que Umtiti estará fuera de combate. Sí que, en caso de emergencia, Busquets puede jugar de central, pero ello significaría cambiar la columna vertebral del equipo. Mal negocio. Pero algo habrá que hacer. Convencer al argentino sería lo coherente con las decisiones que ha ido tomando la dirección técnica.
Si en verano descartaron fichajes y hace unas semanas se concluyó dejar la incorporación de Yerry Mina para la próxima temporada, será por algo. Pero este nuevo episodio no viene más que a confirmar que en el fútbol son los jugadores los que mandan. Dos casos de rabiosa actualidad: el Barça quiere que Mascherano se quede pero el argentino prefiere irse. Y el Barça quiere que Arda se vaya, pero al turco le interesa quedarse. Lo primero se negociará y se puede reconducir pero lo segundo es irreversible.
En teoría, los contratos están para cumplirse, pero lo cierto es que cuando un jugador triunfa han de mejorarse y que cuando no da una a derechas el club se lo ha de tragar con patatas si nadie quiere pagarle lo que éste le paga. Y que cuando uno se quiere ir, el conflicto está asegurado. Bajo esta perspectiva, sacar ahora los cinco millones que parece que el fútbol chino está dispuesto a pagar por Mascherano a sus 33 años y liberar una ficha alta no es una mala salida. Y más ahora que ya sabemos que Messi bendice la salida de su amigo. Seguramente por eso Bartomeu avisa que el Barca es un club humano y escuchará a Mascherano. Ahora bien, además de humano, inmediatamente el Barça deberá demostrar que también sabe fichar.
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