Aunque Hillary Clinton no se ha pronunciado por ahora sobre la posibilidad de reclamar un recuento de los votos en los tres estados clave donde pudo haber irregularidades, Michigan, Wisconsin y Pensilvania, la candidata presidencial del Partido Verde, Jill Stein, está recaudando fondos para que haya un nuevo cómputo. Este miércoles The Guardian y New York Magazine informaban de que un grupo de expertos había urgido a Clinton a pedir un nuevo escrutinio por posibles ataques informáticos en esos estados.
Si Clinton fuera la vencedora finalmente en esos tres estados bisagra, tendría 278 electores en el Colegio Electoral, el organismo que elige al inquilino de la Casa Blanca, y sería la presidenta electa. Wisconsin reparte 10 electores, Michigan, 16 y Pensilvania, 20. Para ser presidente hay que llegar a 270 electores y Donald Trump superó a la demócrata al ganar más estados y obtener 316 compromisarios por los 232 de Clinton.
La campaña de Stein aseguró este miércoles que necesitaba recaudar unos 2 millones de dólares para costear el recuento y, dado que esa cifra ya se superó, la nueva meta fijada este jueves es de 4,5 millones de dólares. Por ahora exigirá el nuevo escrutinio en Wisconsin. En un vídeo publicado en Facebook, el director de campaña de Stein, David Cobb, alertó de que en los últimos días han aparecido informes de expertos cibernéticos que contienen “noticias muy preocupantes sobre la posibilidad de violaciones de seguridad en los resultados de la votación” del pasado 8 de noviembre. El plazo máximo para exigir que se vuelvan a contar las papeletas en Michigan y Pensilvania es la semana que viene, los días 30 y 28 de noviembre respectivamente.
Para más inri, quien se pasó meses durante la campaña diciendo que el sistema estaba amañado y que no aceptaría la derrota es Donald Trump. De hecho, el día antes de los comicios aseguró desde Sarasota (Florida) una última vez que el sistema esté amañado por la exoneración del FBI sobre Clinton, aunque luego él haya asegurado que no la investigará ni la intentará encarcelar tal y como decía en campaña. En cambio, tras conocer su derrota, la propia Hillary Clinton afirmó que el hecho de que el director del FBI, James Comey, la exculpara por segunda vez poco antes de ir a la urnas el 8 de noviembre le había hecho más mal que bien porque volvía a hablarse de los polémicos e-mails.
Clinton gana en el voto popular por más de dos millones de escrutes
El presidente electo, Donald Trump, ganó a Clinton el pasado 8 de noviembre por muy poca diferencia de votos en Pensilvania y Wisconsin, mientras que Michigan todavía no se ha adjudicado a ninguno de los candidatos por lo ajustado del recuento. La ventaja en esos tres estados fue determinante para que Trump superase el umbral de los 270 votos del sistema de Colegio Electoral necesarios para ganar la presidencia. Pese a que Trump se impuso en el sistema de Colegio Electoral que decide al inquilino de la Casa Blanca, Clinton superó a su rival en dos millones de votos.
El escrutinio, todavía en marcha en algunos estados que están procesando votos en ausencia o depositados en el extranjero, da una ventaja de más de dos millones de papeletas a Clinton (64,22 millones) frente a Trump (62,21 millones), y sitúa el porcentaje total en 48,1% para la demócrata y 46,6% para el republicano, según la web Cook Political Report. Esas cifras están dando alas a los seguidores de Clinton para solicitar un recuento, a través de una campaña en las redes sociales bajo la etiqueta #AuditTheVote.
El sistema electoral estadounidense es complejo. El voto popular no elige al presidente. Lo hace el Colegio Electoral, integrado por 538 electores o compromisarios de todos los estados. Esa cifra es igual al total de senadores y congresistas (100+435) del país norteamericano y los tres representantes del Distrito de Columbia, en Washington.
Los estados tienen el mismo número de compromisarios que de parlamentarios. Cada estado, salvo Maine y Nebraska, adjudica todos los compromisarios a quien gana el voto popular en ese territorio. Sólo las dos excepciones citadas reparten sus compromisarios de forma diferente, un elector por cada distrito del Congreso y uno a nivel estatal según el voto popular.
Lo curioso es que Trump está a favor de que el presidente sea elegido por voto popular y no por el Colegio Electoral. Así lo dijo esta semana en una entrevista con The New York Times.
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