La muerte de su hermano y figura ineludible de la política del Siglo XX, Fidel Castro, no hará que Juanita Castro regrese a la Cuba que abandonó hace 52 años, rompiendo con la familia que lleva más de medio siglo dirigiendo los designios políticos de la isla. Con su gesto, que coincidió con el anuncio desde La Habana de los actos de homenaje a Fidel que comenzarán el lunes y se extenderán toda la semana por el país, demostró además que el exilio y la fractura ideológica intrafamiliar es algo que ha afectado durante décadas a los cubanos de todos los niveles, condiciones y convicciones políticas.
“En ningún momento he regresado a la isla, ni tengo planes de hacerlo”, afirmó Juanita Castro en un comunicado enviado a El Nuevo Herald, el diario de cabecera de la ciudad en la que reside desde hace décadas, Miami. “Hace 51 años que llegué a este exilio en Miami, como todos los cubanos que salieron para encontrar un espacio donde luchar por la libertad de su país (…) y jamás he cambiado mi postura,
Es imposible pasar por alto el lamento. Juanita fue la única de los siete hijos de Angel Castro y Lina Ruz que plantó cara abiertamente a los hermanos Fidel y Raúl. No solo rompió los lazos con el Gobierno cubano que ellos encarnaban, sino que llegó a espiar contra ellos para el archienemigo estadounidense, la CIA, como reveló ella misma en unas memorias publicadas en 2009 bajo el título Fidel y Raúl, mis hermanos. La historia secreta. Juanita ni siquiera regresó a Cuba para enterrar a su hermana Angela, en 2012, ni tampoco cuando murió el mayor de los siete hermanos Castro, Ramón, a comienzos de este año. Aun así, el exilio cubano de Miami en el que vive desde mediados de los años 60 del siglo pasado nunca le perdonó del todo el apellido a esta mujer que tuvo que romper con casi toda su familia para mantener sus convicciones políticas.
Numerosos cubanoamericanos, sobre todo los más anticastristas, celebran en las calles de Miami casi sin interrupción desde la madrugada del viernes al sábado la noticia de la muerte de Fidel Castro a los 90 años, algo que ven como el fin de una era en Cuba o la puerta que se abre a mayores cambios. Zonas como la Calle Ocho de la Pequeña Habana, especialmente el área cercana al restaurante icónico del exilio cubano, el Versailles, son una fiesta sin fin desde hace más de 24 horas. Pero ahí tampoco se podrá ver a Juanita. “No me regocijo de la muerte de ningún ser humano, mucho menos puedo hacerlo con alguien con mi sangre y mis apellidos”, dijo la octogenaria, que hace unos años se retiró totalmente de la vida pública, después de que se le diagnosticara un cáncer. La hermana díscola de los Castro dijo hacer votos para que todos los cubanos puedan encontrar tras la muerte de Fidel, “no un camino de confrontación y de odio, sino uno que nos una finalmente a todos los cubanos”.
“En ningún momento he regresado a la isla, ni tengo planes de hacerlo”, afirmó Juanita Castro en un comunicado enviado a El Nuevo Herald, el diario de cabecera de la ciudad en la que reside desde hace décadas, Miami. “Hace 51 años que llegué a este exilio en Miami, como todos los cubanos que salieron para encontrar un espacio donde luchar por la libertad de su país (…) y jamás he cambiado mi postura,
Es imposible pasar por alto el lamento. Juanita fue la única de los siete hijos de Angel Castro y Lina Ruz que plantó cara abiertamente a los hermanos Fidel y Raúl. No solo rompió los lazos con el Gobierno cubano que ellos encarnaban, sino que llegó a espiar contra ellos para el archienemigo estadounidense, la CIA, como reveló ella misma en unas memorias publicadas en 2009 bajo el título Fidel y Raúl, mis hermanos. La historia secreta. Juanita ni siquiera regresó a Cuba para enterrar a su hermana Angela, en 2012, ni tampoco cuando murió el mayor de los siete hermanos Castro, Ramón, a comienzos de este año. Aun así, el exilio cubano de Miami en el que vive desde mediados de los años 60 del siglo pasado nunca le perdonó del todo el apellido a esta mujer que tuvo que romper con casi toda su familia para mantener sus convicciones políticas.
Numerosos cubanoamericanos, sobre todo los más anticastristas, celebran en las calles de Miami casi sin interrupción desde la madrugada del viernes al sábado la noticia de la muerte de Fidel Castro a los 90 años, algo que ven como el fin de una era en Cuba o la puerta que se abre a mayores cambios. Zonas como la Calle Ocho de la Pequeña Habana, especialmente el área cercana al restaurante icónico del exilio cubano, el Versailles, son una fiesta sin fin desde hace más de 24 horas. Pero ahí tampoco se podrá ver a Juanita. “No me regocijo de la muerte de ningún ser humano, mucho menos puedo hacerlo con alguien con mi sangre y mis apellidos”, dijo la octogenaria, que hace unos años se retiró totalmente de la vida pública, después de que se le diagnosticara un cáncer. La hermana díscola de los Castro dijo hacer votos para que todos los cubanos puedan encontrar tras la muerte de Fidel, “no un camino de confrontación y de odio, sino uno que nos una finalmente a todos los cubanos”.
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