Naciones Unidas advirtió de que al menos 20.000 personas de la región colombiano de Catatumbo viven sumidas en una “crisis humanitaria” y tienen necesidades “urgentes” por la creciente actividad de los grupos armados que operan en la zona y que incluso han impedido la llegada de ayuda en los últimos días.
La Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) de la ONU ha alertado en concreto de la situación de los municipios de Hacarí, La Playa de Belén y Ábrego, a los que ha identificado como los más afectados por las acciones de grupos como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Ejército Popular de Liberación (EPL).
La organización alertó de que los habitantes de estos municipios tienen restricciones de movilidad y acceso, mientras que al menos 160 personas han tenido que abandonar sus hogares. Además, más de 11.000 niños y adolescentes no pueden ir a clase y se han perdido 675 toneladas de productos agrícolas.
El Gobierno colombiano ha anunciado el envío de más efectivos de seguridad a las zonas afectadas por los enfrentamientos entre distintos bandos, pero desde la OCHA han subrayado que hay “necesidades humanitarias urgentes”, por lo que ha llamado a adoptar una “respuesta coordinada”.
Asimismo, en opinión de la ONU, el “escenario de riesgo” visibiliza los problemas que sufren las comunidades de la región y “evidencia la necesidad de tomar medidas estructurales para evitar la recurrencia de la emergencia”, según un comunicado.
Paramilitares y guerrilleros en la zona
El Guayabo es la capital de la parroquia Udón Pérez del municipio Catatumbo del estado Zulia, en la frontera con Colombia. Desde hace días llegaron hombres fuertemente armados, vistiendo uniformes e identificándose como miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y le dijeron a los habitantes que no salieran de sus viviendas.
Las oficinas públicas no abrieron y las escuelas tampoco. Los habitantes sabían que detrás de esa orden lo que iban a oír era plomo cerrado. Y en efecto, las zonas adyacentes el pueblo se convirtió en un campo de batalla.
En la zona están instalados grupos paramilitares, que controlan parte importante de la poderosa industria del contrabando. Los que llegaron a enfrentarlos son miembros de la guerrilla colombiana, interesada en el gran negocio de la zona.
De no ser por las bandas de irregulares armadas, El Guayabo podría ser un próspero lugar para la ganadería y la producción agrícola. Pero la permeabilidad de la frontera venezolana y la inacción de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, lo han convertido en el escenario de la encarnizada guerra entre guerrilla y paracos colombianos.
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