El patriarca de Volkswagen, Ferdinand Piëch, falleció el pasado domingo 25 de agosto a causa de una muerte súbita. El magnate ha dejado su legado muy bien atado, estableciendo una serie de órdenes muy claras en su testamento. Una de ellas es que su viuda, Úrsula, perdería toda la herencia si se vuelve a casar con otro hombre.
El empresario alemán perdió la vida a los 82 años de edad tras desplomarse repentinamente en un restaurante de Baviera, en el que compartía una comida con su mujer. El fallecido tenía pocas esperanzas depositadas en sus herederos, a los que dedicó unas duras palabras públicamente a principios de este mismo año. "Uno no puede decidirlo, los herederos que te tocan son una cuestión de suerte y esta sociedad de herederos me repugna. [...] Heredar es un derecho, pero es un derecho de malbaratarlo todo", señaló durante una entrevista.
Ferdinand y Úrsula se conocieron a principios de los años ochenta, cuando la mujer fue contratada como niñera por la primera esposa del magnate, Marlene Porsche. Llevaba tan solo dos días trabajando en la residencia que el matrimonio tenía en Salzsburgo cuando se aventuró a conducir un todoterreno por una difícil pendiente cargada de nieve. Sus habilidades al volante encandilaron al magnate y tan solo dos años después, en 1984, contrajeron matrimonio. Úrsula, veinte años menor que el empresario, se convirtió en la madre de seis de sus doce hijos, algunos de ellos ilegítimos a día de hoy. Úrsula, además, entró con buen ojo en la familia de Piëch y no tardó en hacer muy buenas migas con su suegra, Louise.
En 1993, el empresario se convirtió en el presidente de la compañía automovilística. Su mujer siempre le echó una mano en los negocios y era un secreto a voces que ejercía una gran influencia en la sombra. No obstante, no fue hasta 2012 cuando Úrsula fue nombrada oficialmente miembro del consejo de vigilancia de Volkswagen y del de su única marca subsidiaria, Audi. El magnate se jubiló a los 65 años, de acuerdo con los estatutos internos de Volkswagen.
La fortuna personal de Pïech está valorada en 5.100 millones de euros, a los que se suman las acciones en bolsa de sus dos fundaciones, Ferdinand Alpha y Ferdinand Beta, las cuales están actualmente valoradas en 35.000 millones de dólares. Tras su muerte, Úrsula pasa a ser la dueña de ambas fundaciones, gestionando al mismo tiempo todas las participaciones empresariales de estas.
Cuando Úrsula fallezca, estas acciones no se podrán vender sin tener el acuerdo de los doce hijos de Ferdinand, ya que los no legítimos también figuran dentro de los férreos estatutos de ambas fundaciones.
0 comments:
Publicar un comentario