La Fiscalía del condado de Broward, demarcación a la que pertenece Parkland, ha pedido este martes la pena de muerte para Nikolas Cruz, el joven de 19 años que asesinó a 17 personas en un instituto de esta última localidad el 14 de febrero. La semana pasada un jurado popular le imputó 17 homicidios en primer grado. La abogada de Cruz ya había avanzado a la prensa local que el exalumno del instituto de Parkland y multihomicida se declarará culpable y la estrategia de la defensa se centrará en demostrar que tenía problemas mentales para librarlo de lo ejecución, opción que incluye el código penal de Florida.
El caso judicial durará seguramente años, como es habitual en esta clase de proceso en Estados Unidos. Para que Cruz sea condenado a muerte deberán votar a favor de su ejecución todos los miembros del jurado popular que se designe, 12 de 12, lo que hace también menos probable que reciba la máxima pena. Durante décadas en Florida bastó con que una mayoría del jurado pidiese la pena de muerte para que se aplicase.
La última pena de muerte ejecutada en Florida fue en febrero, con inyección letal, la de Eric Branch, 47 años, por la violación y asesinato de una estudiante en 1993.
El desenlace del juicio a Cruz dependerá de la capacidad que tenga su defensa de demostrar su supuestas alteraciones psiquiátricas. Hasta ahora ha trascendido que el joven recibió al menos durante un año atención psiquiátrica y que la abandonó semanas antes de perpetrar la matanza. Cruz era huérfano de padres biológicos y desde otoño huérfano también de sus padres adoptivos tras la muerte el 1 de noviembre de su madre adoptiva Lynda Cruz. El joven siempre había sido muy problemático. En numerosas ocasiones la policía local tuvo que acudir a la casa de su madre adoptiva por su comportamiento.
El instituto Stoneman Douglas, donde ejecutó la matanza armado con un fusil de asalto, lo expulsó por motivos disciplinarios. Tras la tragedia muchos alumnos que lo conocieron lo describieron como un muchacho marginado, con problemas para relacionarse con los demás y obsesionado con las armas, que llegó a mostrar en público. Cuando ocurrió la masacre vivía temporalmente en casa de los padres de un amigo. En redes sociales había publicado imágenes de armas y había llegado a expresar su voluntad de cometer una masacre en un colegio. El FBI recibió denuncias de sus pulsiones violentas pero debido a una negligencia reconocida por la propia agencia policial nunca se investigó a Nikolas Cruz.
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