Tres mujeres de EE.UU. han quedado ciegas tras recibir inyecciones de células madre en ambos ojos en un centro de Florida con la esperanza de tratar una enfermedad de la retina. El caso ha sido denunciado por oftalmólogos que atendieron a las pacientes cuando las lesiones ya eran irreversibles.
Los daños ocasionados por el tratamiento contrastan con la evolución favorable de una cuarta mujer, en este caso japonesa, que fue tratada de la misma enfermedad de la retina pero con un tipo distinto de células madre. Dos años después de la intervención, liderada por el premio Nobel Shinya Yamanaka y su colega Masayo Takahashi, no ha sufrido ningún efecto secundario significativo y su visión ha dejado de empeorar.
La publicación de ambas experiencias hoy en la revista The New England Journal of Medicine ilustra las diferencias de criterios que conviven en el campo emergente de las células madre. Mientras unos centros médicos como el de Miami buscan el beneficio económico y venden tratamientos que no han demostrado ser seguros ni eficaces, otros como el de Japón priorizan la seguridad de los pacientes y el progreso científico.
Tratamiento celulas madre que produce ceguera estados unidos mujeres retina humor vítreo(Clara Penín)
“El mercado de los tratamientos con células madre está poco regulado y las clínicas se están aprovechando de esta falta de regulación. Prometen beneficios de los que no hay ninguna prueba”, declara Ángel Raya, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB), quien califica estas prácticas de “publicidad engañosa y fraude. Es algo que está ocurriendo en Estados Unidos y también en España”.
En el caso de las tres mujeres tratadas en la clínica de Florida, de 72, 78 y 88 años, estaban diagnosticadas de degeneración macular y tenían la esperanza de frenar la progresión de la enfermedad. La degeneración macular está causada por un deterioro de la mácula, una parte de la retina esencial para distinguir detalles, y se caracteriza por una pérdida progresiva de la capacidad de ver imágenes con nitidez. Las consecuencias incluyen la incapacidad de leer, de conducir, de distinguir caras y, en casos avanzados, una ceguera funcional.
La clínica había anunciado un ensayo clínico para tratar la degeneración macular con células madre. El motivo para aplicar la terapia en el marco de un ensayo clínico es que era experimental. Curiosamente, cada una de las pacientes debió abonar 5.000 dólares por el tratamiento, lo cual es insólito en un ensayo clínico. Aun más curiosamente, el tratamiento se aplicó simultáneamente en ambos ojos.
“¡Es una salvajada!”, se indigna el oftalmólogo Jordi Monés, director de la Barcelona Macula Foundation, que está investigando tratamientos contra la degeneración macular a partir de células madre en colaboración con el CMRB. “Aplicar una técnica experimental en los dos ojos al mismo tiempo es propio de cuatreros. No lo hacemos ni con los animales de experimentación porque, si algo falla, pueden quedar ciegos”.
Es lo que les ocurrió a las pacientes de Florida. La terapia se basó en un tipo de células madre llamadas mesenquimales que les extrajeron de grasa del abdomen, procesaron en el laboratorio y les inyectaron en el interior de los ojos.
Entre dos y tres días después de la intervención, las tres afectadas se presentaron en servicios de urgencias de oftalmología. El caso más dramático es el de la mujer de 72 años, que tenía una visión razonablemente buena antes del tratamiento, con un 66% de agudeza visual en el ojo izquierdo y un 33% en el derecho. “Con esta visión, no hubiera debido participar en un ensayo clínico de una terapia de este tipo”, sostiene Monés. Cuando se presentó en urgencias, tenía una presión anormalmente alta en el interior de los ojos, los cristalinos desplazados por esta presión, hemorragias en ambos ojos y daños en las retinas. Un año después, está completamente ciega, sin ninguna sensibilidad a la luz en ninguno de los dos ojos.
La paciente de 88 años sólo puede percibir luces y sombras. La de 78 años está algo mejor, con un 10% de agudeza visual en un ojo. Aun así, está legalmente ciega.
Estos casos “son un testimonio de lo que puede ocurrir cuando las salvaguardias habituales de la medicina no se ponen en práctica”, declara Thomas Albini, uno de los oftalmólogos de la Universidad de Miami que ha denunciado la mala praxis en The New England Journal of Medicine. “Estas pacientes fueron tratadas en una clínica pirata, sin experiencia en tratamiento de enfermedades del ojo, que ofrecía terapias sin eficacia probada y con riesgos que no se comprenden bien”. Albini advierte que “múltiples clínicas están ofreciendo este tipo de terapia”.
Los abusos de la clínica pirata de Florida contrastan con la cautela con que ha actuado el equipo del premio Nobel Yamanaka y su colega Takahashi en el Centro de Biología del Desarrollo Riken de Kobe y en la Universidad de Kioto (Japón). Han atendido a dos mujeres de 69 y 77 años, también afectadas de degeneración macular, en el marco de un ensayo clínico. El objetivo del ensayo era evaluar la seguridad de un trasplante de células, pero no su eficacia. Han preparado cuidadosamente el tejido para el trasplante a partir de células de la piel. Las han procesado en laboratorio para obtener un tipo de células madre llamadas iPS y las han reconvertido en células especializadas de la retina. El objetivo era elaborar una fina capa de células para implantarla directamente en la retina.
En las células iPS de la paciente más joven, los investigadores detectaron una alteración genética y decidieron no realizar el trasplante. La otra paciente recibió el trasplante en septiembre del año 2014, según los resultados que se presentan hoy. Veinticinco meses después, la capa de células trasplantadas permanecía intacta y no se había observado ninguna reacción de rechazo inmunitario ni ningún otro efecto secundario significativo. El hecho de que la visión de la paciente haya dejado de empeorar invita a pensar que el trasplante, además de seguro, es eficaz, aunque harán falta datos de más pacientes para comprobarlo.
“Las terapias con células madre pueden ofrecer un gran potencial para tratar dolencias del ojo y otras muchas enfermedades”, destaca Thomas Albini, de la Universidad de Miami. “Pero nunca lo averiguaremos a menos que se estudien de una manera rigurosa, controlada y ética”.
Los daños ocasionados por el tratamiento contrastan con la evolución favorable de una cuarta mujer, en este caso japonesa, que fue tratada de la misma enfermedad de la retina pero con un tipo distinto de células madre. Dos años después de la intervención, liderada por el premio Nobel Shinya Yamanaka y su colega Masayo Takahashi, no ha sufrido ningún efecto secundario significativo y su visión ha dejado de empeorar.
La publicación de ambas experiencias hoy en la revista The New England Journal of Medicine ilustra las diferencias de criterios que conviven en el campo emergente de las células madre. Mientras unos centros médicos como el de Miami buscan el beneficio económico y venden tratamientos que no han demostrado ser seguros ni eficaces, otros como el de Japón priorizan la seguridad de los pacientes y el progreso científico.
Tratamiento celulas madre que produce ceguera estados unidos mujeres retina humor vítreo(Clara Penín)
“El mercado de los tratamientos con células madre está poco regulado y las clínicas se están aprovechando de esta falta de regulación. Prometen beneficios de los que no hay ninguna prueba”, declara Ángel Raya, director del Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona (CMRB), quien califica estas prácticas de “publicidad engañosa y fraude. Es algo que está ocurriendo en Estados Unidos y también en España”.
En el caso de las tres mujeres tratadas en la clínica de Florida, de 72, 78 y 88 años, estaban diagnosticadas de degeneración macular y tenían la esperanza de frenar la progresión de la enfermedad. La degeneración macular está causada por un deterioro de la mácula, una parte de la retina esencial para distinguir detalles, y se caracteriza por una pérdida progresiva de la capacidad de ver imágenes con nitidez. Las consecuencias incluyen la incapacidad de leer, de conducir, de distinguir caras y, en casos avanzados, una ceguera funcional.
La clínica había anunciado un ensayo clínico para tratar la degeneración macular con células madre. El motivo para aplicar la terapia en el marco de un ensayo clínico es que era experimental. Curiosamente, cada una de las pacientes debió abonar 5.000 dólares por el tratamiento, lo cual es insólito en un ensayo clínico. Aun más curiosamente, el tratamiento se aplicó simultáneamente en ambos ojos.
“¡Es una salvajada!”, se indigna el oftalmólogo Jordi Monés, director de la Barcelona Macula Foundation, que está investigando tratamientos contra la degeneración macular a partir de células madre en colaboración con el CMRB. “Aplicar una técnica experimental en los dos ojos al mismo tiempo es propio de cuatreros. No lo hacemos ni con los animales de experimentación porque, si algo falla, pueden quedar ciegos”.
Es lo que les ocurrió a las pacientes de Florida. La terapia se basó en un tipo de células madre llamadas mesenquimales que les extrajeron de grasa del abdomen, procesaron en el laboratorio y les inyectaron en el interior de los ojos.
Entre dos y tres días después de la intervención, las tres afectadas se presentaron en servicios de urgencias de oftalmología. El caso más dramático es el de la mujer de 72 años, que tenía una visión razonablemente buena antes del tratamiento, con un 66% de agudeza visual en el ojo izquierdo y un 33% en el derecho. “Con esta visión, no hubiera debido participar en un ensayo clínico de una terapia de este tipo”, sostiene Monés. Cuando se presentó en urgencias, tenía una presión anormalmente alta en el interior de los ojos, los cristalinos desplazados por esta presión, hemorragias en ambos ojos y daños en las retinas. Un año después, está completamente ciega, sin ninguna sensibilidad a la luz en ninguno de los dos ojos.
La paciente de 88 años sólo puede percibir luces y sombras. La de 78 años está algo mejor, con un 10% de agudeza visual en un ojo. Aun así, está legalmente ciega.
Estos casos “son un testimonio de lo que puede ocurrir cuando las salvaguardias habituales de la medicina no se ponen en práctica”, declara Thomas Albini, uno de los oftalmólogos de la Universidad de Miami que ha denunciado la mala praxis en The New England Journal of Medicine. “Estas pacientes fueron tratadas en una clínica pirata, sin experiencia en tratamiento de enfermedades del ojo, que ofrecía terapias sin eficacia probada y con riesgos que no se comprenden bien”. Albini advierte que “múltiples clínicas están ofreciendo este tipo de terapia”.
Los abusos de la clínica pirata de Florida contrastan con la cautela con que ha actuado el equipo del premio Nobel Yamanaka y su colega Takahashi en el Centro de Biología del Desarrollo Riken de Kobe y en la Universidad de Kioto (Japón). Han atendido a dos mujeres de 69 y 77 años, también afectadas de degeneración macular, en el marco de un ensayo clínico. El objetivo del ensayo era evaluar la seguridad de un trasplante de células, pero no su eficacia. Han preparado cuidadosamente el tejido para el trasplante a partir de células de la piel. Las han procesado en laboratorio para obtener un tipo de células madre llamadas iPS y las han reconvertido en células especializadas de la retina. El objetivo era elaborar una fina capa de células para implantarla directamente en la retina.
En las células iPS de la paciente más joven, los investigadores detectaron una alteración genética y decidieron no realizar el trasplante. La otra paciente recibió el trasplante en septiembre del año 2014, según los resultados que se presentan hoy. Veinticinco meses después, la capa de células trasplantadas permanecía intacta y no se había observado ninguna reacción de rechazo inmunitario ni ningún otro efecto secundario significativo. El hecho de que la visión de la paciente haya dejado de empeorar invita a pensar que el trasplante, además de seguro, es eficaz, aunque harán falta datos de más pacientes para comprobarlo.
“Las terapias con células madre pueden ofrecer un gran potencial para tratar dolencias del ojo y otras muchas enfermedades”, destaca Thomas Albini, de la Universidad de Miami. “Pero nunca lo averiguaremos a menos que se estudien de una manera rigurosa, controlada y ética”.
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