Mientras algunas zonas del mundo sufren incendios y temperaturas asfixiantes, otras reportan graves inundaciones. El hemisferio norte está siendo por estos días el ejemplo perfecto de lo que podría ser la norma en los próximos años si no aceleramos la lucha contra el calentamiento global. Un fenómeno que, según los científicos, hará que los eventos de clima extremo sean cada vez más intensos, más largos y más frecuentes.
En pocas semanas el hemisferio norte vio cómo se batían récords de temperaturas en Estados Unidos y Canadá, durante una ola de calor extremo que dejó unos 600 muertos en la costa oeste de Norteamérica. Helsinki vio marcar sus termómetros los 31,7ºC el 21 de junio, rompiendo la temperatura máxima para un mes de junio en Finlandia. Y Siberia, en Rusia, de nuevo ve cómo miles de hectáreas de bosque son calcinadas por las llamas.
Unas olas de calor extremo que habrían sido "básicamente imposibles" sin la influencia del cambio climático impulsado por el ser humano: así de tajante fue el estudio hecho por el World Weather Attribution Group, que se encarga de analizar de manera rápida eventos de clima extremo para ver si están relacionados con el cambio climático.
Las emisiones de gases que contribuyen al calentamiento global emitidas por los humanos hicieron que fuera 150 veces más probable que se diera esta ola de calor. Según el estudio, "un evento como este, que actualmente se estima solo ocurre una vez cada 1.000 años, ocurriría aproximadamente cada 5 o 10 años en un mundo futuro con 2ºC más". Una meta que, al ritmo de emisiones actual, "alcanzaríamos en la década que inicia en 2040".
El grupo de científicos de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Países Bajos, Francia, Alemania y Suiza asegura que el futuro se caracterizará por olas de calor más extremas, largas y frecuentes y resalta la importancia de reducir de manera significativa las emisiones de gases de efecto invernadero para así frenar el calentamiento global.
El cambio climático puede que haya influido en las inundaciones en Europa; el calentamiento global definitivamente lo hizo
Los científicos aún están determinando si el cambio climático tiene que ver directamente con estas trombas de agua en el oeste de Europa, pero lo que tienen claro es que el calentamiento global traerá cada vez más tormentas de movimiento lento como las que causaron estas inundaciones que dejaron más de un centenar de muertos, decenas de desaparecidos y millones de euros en daños materiales.
Así lo afirmaban en un estudio publicado el 30 de junio, dos semanas antes de que el continente europeo se viera golpeado por lluvias torrenciales: "Se espera que las tormentas de lluvia intensa sean más frecuentes debido al calentamiento global, ya que el aire caliente acumula más humedad (...) Nuestros estudios sugieren que estas tormentas de movimiento lento podrán ser hasta 14 veces más frecuentes en tierra antes de que se acabe el siglo". Según el Departamento de Meteorología de Alemania, las regiones afectadas recibieron entre 100 y 150 mm por metro cuadrado de agua en dos días, cantidades que normalmente se dan en un periodo de ocho semanas.
La devastación vista en Europa puede atribuirse a otros elementos más allá de las lluvias
Las poblaciones más afectadas de Alemania estaban en la ribera de ríos más pequeños que no estaban preparados para soportar esos flujos de agua repentinos y muchos no tenían barreras protectoras contra desbordamientos. Además, algunos expertos han mencionado fallas en la planeación urbana: el suelo de la zona ya estaba muy saturado por las lluvias de días anteriores y el exceso de construcciones como casas, carreteras o infraestructura pudo hacer que la absorción de agua no fuera la misma que si hubiera habido más zonas verdes y se incrementara así el peligro de inundación.
También creen que la pérdida de vidas humanas se podría haber reducido o incluso evitado si las autoridades locales hubieran prestado mayor atención a los mecanismos de alerta de lluvias torrenciales y reaccionado con más contundencia evacuando a la población.
Sea cual sea la causa exacta detrás de estas lluvias, tanto el presidente de Alemania Frank-Walter Steinmeier como la presidenta de la Comisión Europea (CE), Ursula Von der Leyen, han dejado clara su visión de que estos fenómenos y nuestra capacidad para reaccionar o adaptarnos a ellos están relacionados a cómo enfoquemos la lucha contra el cambio climático. Para esta última "es la tarea generacional que tenemos ahora mismo".
La UE presentó su hoja de ruta para reducir emisiones de carbono en un 55 % antes del final de esta década
El mismo día en que las fuertes lluvias empezaban a azotar la región, la presidenta de la CE Ursula Von der Leyen presentaba en Bruselas el plan de la UE para reducir sus emisiones de carbono antes de 2030 en un 55 % con respecto a las emitidas en 1990, es decir, un 31 % más de lo que ha hecho hasta ahora.
La hoja de ruta para lograr este objetivo consiste en el fortalecimiento de ocho leyes ya existentes y en la inclusión de cinco nuevas iniciativas. Entre ellas la prohibición de fabricar automóviles que utilicen gasolina o diésel a partir de 2035 o la imposición de impuestos al queroseno para aviación, hasta ahora exento, y al transporte marítimo.
También pretende implementar un mecanismo de ajuste de emisiones en las fronteras de la UE para incentivar que otros países no comunitarios reduzcan su huella de carbono en la fabricación de los bienes que exportan al bloque.
El plan incluye soluciones basadas en la naturaleza como la restauración de bosques, suelos y humedales que actúan como sumideros naturales de carbono y prevé un fondo de más de 72.000 millones de euros para ayudar a compensar algunos de los gastos que se verán reflejados en las facturas energéticas de los europeos.
El anuncio, que ya ha levantado críticas por parte de grupos ambientalistas que piden más ambición y más Justicia para los ciudadanos, inicia un proceso de unos dos años de negociaciones entre los países miembro, que tienen que aprobarlo, para que luego el Parlamento Europeo dé la luz verde definitiva.
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