El expresidente uruguayo José "Pepe" Mujica cree que la crisis de Venezuela plantea una disyuntiva dramática: "paz o guerra".
Y afirma que la fórmula para evitar el camino de las armas pasa por elecciones generales en el país, con un fuerte monitoreo del internacional que garantice la participación de todas las corrientes políticas.
Según Mujica, Estados Unidos está dispuesto a intervenir en Venezuela en el marco de su pulso geopolítico con China y para impedir que el gigante asiático controle el petróleo del país sudamericano.
Aunque el exguerrillero tupamaro mantuvo una relación estrecha con el fallecido líder venezolano Hugo Chávez, evita posicionarse detrás del sucesor de éste, Nicolás Maduro.
De hecho, Mujica habla del "régimen venezolano" y admite que la crisis en ese país ha perjudicado a la izquierda latinoamericana.
También evita juzgar intenciones del líder opositor Juan Guaidó, quien encabeza la Asamblea Nacional y se autoproclamó presidente interino venezolano con el reconocimiento de EE.UU., Canadá, varios países latinoamericanos y europeos.
Sin embargo, Mujica desliza una referencia a un fallido intento de golpe de estado de Adolf Hitler en la Alemania de 1923: "No recuerdo gobiernos que se hayan autoproclamado (…). Me acuerdo de una cervecería en Múnich donde alguien tiró un tiro y se autoproclamó".
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con el expresidente uruguayo (2010-1015), antes de la reunión inaugural del Grupo Internacional de Contacto sobre Venezuela que recibirá su país el jueves con presencia de la Unión Europea, Estados miembros del bloque y algunos latinoamericanos.
Usted ha planteado que en Venezuela tiene que haber elecciones generales. ¿Por qué?
Porque en el peor de los casos es el mal menor. Estoy convencido, y tengo elementos, de que en última instancia si EE.UU. no tiene más remedio que intervenir, va a intervenir. El tema central para mí es evitar la guerra. Porque sabía cuál era el eje de la política norteamericana frente a Venezuela en tiempos de Obama: apostaban a que se desgastara solo. Pero la política actual ha cambiado. Han decidido frenar el desarrollo de China; esto hay que verlo geopolíticamente en el contexto. Por eso las medidas económicas con China.
Y sé que la gente que rodea a Trump tiene asustado al engranaje diplomático de carrera de EE.UU., porque tienen una posición intervencionista desde hace mucho tiempo. Por lo tanto, si el gran imperio no va a aceptar de brazos cruzados que el petróleo venezolano quede administrado por China, estamos frente a una eventualidad de guerra.
La discusión de juridicidad, legitimidad, etcétera, es absolutamente secundaria frente al problema de fondo: creo que no tenemos otra alternativa de obligar al monstruo a que intervenga. El monstruo tiene la decisión de pagar el precio político que tenga que pagar y ha creado todo un ambiente desde ese punto de vista para tener opinión favorable.
No estoy juzgando la intención del presidente autoproclamado. Sí estoy convencido que con esa polarización es imposible hacer elecciones adentro de Venezuela si no hay una fuerte intervención de monitoreo del proceso que significa un evento electoral en esas condiciones, si Naciones Unidas se lava las manos. En lugar de hacer tanta declaración, tanto cerco y tanta amenaza, garantizar un proceso electoral donde todos puedan participar.
Maduro hasta ahora ha rechazado cualquier posibilidad de esto…
Pero, ¿qué le están ofreciendo al régimen venezolano? Ríndete y después veremos. Y todavía sale un importante personaje del gobierno norteamericano a pronosticarle que lo van a llevar a Guantánamo. Entonces, si usted quiere evitar una guerra tiene que crear alternativas. Porque como viene la cosa están obligando a la guerra. Usted puede ir a la guerra porque está convencido, pero puede ir a la guerra porque no tiene más remedio. Nadie se va a rendir así como así, poner las manos y llévenme encarcelado.
El problema es ver la realidad de fondo ante esta nube de declaraciones que tapa lo esencial, que es el tema de la guerra. En esa zona de América se sabe cuándo empieza la guerra, pero nunca se va a saber cuándo termina.
¿Cuál sería el mensaje suyo a Maduro para que acepte convocar a elecciones generales?
Si le escupo un ojo, si reconozco al otro y eso, ya no puedo ni siquiera hablar. Entonces creo que la posición de mi país es correcta porque no está luchando por una legitimidad. Está luchando entre esta disyuntiva: paz o guerra. Eso hay que hablarlo después con la influencia de muchos países y eventualmente un compromiso. Es enormemente difícil. Pero, ¿cuál es la alternativa que le dejan al régimen hoy?
Alguien le puede decir que en Venezuela, para una parte de la oposición, hace tiempo que hay una guerra: hay represión, hay presos políticos, hay tortura…
Hay una guerra sin tiros. Pero no es el fondo del asunto. Porque presos políticos, violación de los derechos humanos, falta de garantías jurídicas, sobran países en el mundo. EE.UU. por otro lado en este momento negocia con los talibanes. Ahí tenemos a Arabia Saudita, etcétera, etcétera. Si vamos a romper relaciones y juzgar por estas cuestiones, pobre mundo: tenemos que romper con media humanidad.
No es lo esencial. Porque, ¡qué paradoja! EE.UU. ha soportado casi un siglo a Cuba enfrente de alguna manera. Pero no soporta la realidad de Venezuela. ¿Por qué? Para mí es de una evidencia que rompe los ojos. Pero la realidad es la realidad. Esa voluntad política existe, la van a llevar hasta el fin, y como tal hay que encontrar una alternativa que pueda garantizar por lo menos paz.
Usted se ha mostrado dispuesto a ofrecer una especie de mediación. ¿Ha hablado con alguien en concreto?
No he hablado con nadie. Nada de esto es legítimo desde el punto de vista legal porque hay un intervencionismo brutal. No recuerdo gobiernos que se hayan autoproclamado. Estuve pensando... Me acuerdo de una cervecería en Múnich donde alguien tiró un tiro y se autoproclamó.
Pero me parece que la discusión jurídica es una engañifa. La gran potencia está dispuesta a intervenir. No quisiera que Venezuela quede en el marco de una lucha geopolítica. Lo mínimo son elecciones con garantías para que subsistan todas las corrientes políticas y se pueda transformar en un diálogo.
Pero las elecciones también pueden propiciar polarización si nadie está dispuesto a ceder. ¿Elecciones entre Maduro y Guaidó? ¿O descarta que ellos vayan como candidatos?
No, todas las corrientes políticas. En eso que se llama oposición, existen varios niveles. Incluso hay un chavismo opositor. Todos se tienen que expresar. Y tendrán que salir coaliciones o qué se yo. Pero en un juego de democracia más o menos liberal que permita zafar del peligro de los tiros.
Naturalmente, es posible que surja un gobierno muy opositor a lo que ha sido la política de Maduro y todo lo demás. No tengo dudas. Pero es mejor que eso tenga un respaldo electoral y haya un juego democrático, a que venga una plancha. Porque cuando el péndulo de golpe se va al otro extremo, lo que viene es aplastamiento.
Usted habla de "régimen de Maduro". ¿Entonces está claro para usted en este momento que es una dictadura?
No voy a entrar en eso, porque si quiero negociar no puedo insultar. Tengo que reconocer la realidad. Tampoco voy a insultar al señor presidente autoproclamado. Para encontrar una salida hay que tener la delicadeza necesaria.
Entiendo perfectamente por ejemplo la actitud de México. México va a mirar el mundo a través de los cristales de su historia. Nunca México ha avalado ningún tipo de intervencionismo. Perdió medio país que le costó 12.000 soldados a EE.UU. y esas cosas están latentes en la cultura de un país. Esa es un poco la realidad. Puede ser que alguna gente no comprenda; no saben lo que es una guerra.
Al tiempo que la crisis de Venezuela se fue profundizando, varios gobiernos de izquierda en América Latina perdieron en el voto popular. ¿Hay una conexión? ¿Le hace daño a la izquierda latinoamericana lo que pasa en Venezuela?
Sí, seguramente que sí. Hay una vieja confusión entre socializar y estatizar, que desemboca en el burocratismo, una enfermedad humana muy vieja que hasta Roma la padeció. Y hay parte de una izquierda latinoamericana y mundial que no aprende las lecciones de la historia.
Eso no significa que haya que bajar las banderas de la lucha por atemperar las desigualdades. El crecimiento sustantivo va a favor de la economía transnacional y del mundo financiero, y las clases medias están como congeladas y con peligro en el mundo entero. La lucha por la igualdad se justifica más que nunca; no por la igualdad absoluta sino por atemperar esas distancias.
Yo no puedo creer que México de golpe se despertó y votó a la izquierda. No, México votó en contra de lo que había. La gente está votando en contra de lo que tiene porque hay una disconformidad brutal en las clases medias. Esto está complicando todo.
Un excanciller de México ha señalado que Uruguay está prisionero de los negocios que hizo con Venezuela y el secretario general de la OEA, su excanciller Luis Almagro, sugirió que Uruguay aclare esos negocios…
Esa es una infamia más que se mete, porque eventualmente esas cosas se ventilaron en la justicia y hay laudo de la justicia. Y si cuestionan la justicia uruguaya, bueno, que hablen con la justicia uruguaya. ¡Qué curioso! Piden aclaraciones para un lado y no dan aclaraciones para otro.
Uruguay asumió una posición que no es de apoyo ni de condena. Uruguay está espantado por la posibilidad de guerra. Yo también podría decir: son alcahuetes gratis de Washington, se han acomodado a la ola prometedora, etcétera. Pero no lo digo.
Uruguay es un país insignificante, tiene 3 millones de habitantes. Pero mañana en Uruguay van a haber representaciones de muchísimos gobiernos, más de lo que parece, porque esa preocupación existe. Y la causa de la paz está por encima de las otras causas.
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