Estados Unidos vivió este domingo en Orlando (Florida) uno de sus capítulos más oscuros. Un hombre de 29 años abrió fuego en una discoteca popular entre la comunidad gay, matando al menos a 50 personas e hiriendo a otras 53. Es el peor tiroteo múltiple registrado en la historia del país. Los primeros indicios apuntan a un único tirador, que murió abatido por la policía. El atacante, identificado como Omar Siddique Mateen, era un ciudadano estadounidense de padres afganos. El presidente Barack Obama calificó la masacre como “acto de terrorismo y odio”.
Pulse Shooting: The shooter inside the club is dead.
— Orlando Police (@OrlandoPolice) 12 de junio de 2016
Fuentes de la investigación citadas por varios medios estadounidenses apuntan que el atacante habría llamado al número de emergencia 911 poco antes de la masacre para declarar su lealtad al Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). Horas después del ataque, el grupo asumió la autoría del mismo en un boletín emitido por su agencia informativa Amaq. Los investigadores señalaban que, de momento, no hay ninguna indicación de que la organización terrorista haya entrenado o dirigido al asaltante.
El padre del atacante, Mir Saddique, dijo a la cadena NBC que no cree que el ataque protagonizado por su hijo se deba a motivos religiosos sino a motivaciones homófobas. “No tiene nada que ver con la religión”, dijo Saddique, que aseguró que su hijo se indignó hace dos meses cuando, durante una visita a Miami, vio a dos hombres besándose.
La matanza en el club Pulse, en una amplia y tranquila avenida cerca del centro de esta turística ciudad, vuelve a colocar a EE UU ante el pánico del yihadismo y de la violencia armada. Y condicionará las elecciones presidenciales de noviembre y los siete meses restantes de mandato de Barack Obama.
En caso de confirmarse los motivos yihadistas, se trataría del peor ataque tras los atentados del 11-S en 2001, en que murieron cerca de 3.000 personas. El tiroteo llega seis meses después de que una pareja de simpatizantes islamistas radicales matara a 14 personas en San Bernardino (California). Ambos se declararon seguidores del ISIS, que ha alentado los ataques individuales.
El origen afgano del atacante incomodará profundamente en EE UU: desde 2001, la primera potencia mundial impulsa una costosa intervención militar contra los talibanes en el país centroasiático, en la que es la guerra más larga librada por Washington.
Según The Washington Post, que cita fuentes oficiales, el atacante no solo manifestó su adhesión al líder del ISIS en la llamada al 911, sino que también hizo una referencia a los atentados de 2013 en el maratón de Boston perpetrados por dos simpatizantes yihadistas y en que murieron tres personas.
El agente especial del FBI Ronald Hopper declinó, durante una rueda de prensa, identificar al autor de la masacre y dijo que todavía no se ha determinado si se trata de un crimen de odio, un acto terrorista o uno criminal. Sin embargo, unas horas antes había dicho tener “sugerencias” de que el tirador podría tener simpatías con el islamismo radical.
Muhammad Musri, representante de la Sociedad Islámica del Centro de Florida, dijo que se cree que el agresor no estaba conectado a una red o tuvo ayuda de otras personas. Las autoridades tratan de recabar información sobre el sospechoso y cómo obtuvo las armas, que son similares a las utilizadas en otras matanzas en Estados Unidos.
El tiroteo en el club Pulse se inició alrededor de las 2 de la madrugada, hora local, cuando había unas 300 personas en el interior del recinto. El tirador, según la policía, utilizó una pistola corta y un rifle de asalto. Primero atacó a un vigilante fuera del local y una vez dentro abrió fuego.
Nada pareció inusual al principio, pero luego el caos se desató. Inicialmente muchos asistentes creyeron que el rugir de los disparos eran fuegos artificiales o parte de la música dance que sonaba. Al poco, se descubrió lo que verdaderamente estaba sucediendo: algunos asistentes lograron escapar pero otros permanecieron atrapados dentro del recinto.
El atacante retuvo durante tres horas a un grupo de personas hasta que fuerzas especiales de la policía, utilizando un vehículo blindado y explosiones controladas, accedieron a la discoteca y abatieron al tirador. La policía cree que, gracias a esa intervención, se salvaron unas 30 vidas.
“La gente en la pista de baile y en el bar se tiró al suelo y algunos de nosotros que estábamos cerca del bar y de la salida logramos salir a la zona exterior y simplemente corrimos”, escribió Ricardo J. Negron, uno de los asistentes en la página de Facebook del club.
Pulse, que se declara el epicentro de la fiesta latina de Orlando, celebraba la noche del sábado su noche semanal de música latina con la participación de tres dj.
Paisaje surrealista
El paisaje era surrealista en los alrededores de la discoteca. Mucha gente ensangrentada y presa del pánico se refugió en una gasolinera y un local de comida rápida ubicado al lado del club, según contaba este domingo una de las trabajadoras, que aún estaba digiriendo todo lo sucedido.
El de Orlando es el tiroteo múltiple número 173 registrado en lo que va de año en Estados Unidos, según los datos recogidos por el portal Mass Shooting Tracker. Como tiroteo múltiple se entiende el que causa al menos cuatro víctimas mortales, excluyendo al autor de los disparos.
Las peores matanzas, hasta ahora, eran la de 2007 en la Universidad Virginia Tech (Virginia), en que murieron un total de 32 personas, y la que tuvo lugar en 2012 en una escuela primaria en Newtown (Connecticut), en la que fallecieron un total de 20 niños y seis adultos.
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