Quien más y quien menos, por lo general, a todos nos gustaría acabar con la grasa del vientre y la barriga cervecera. Más ahora de cara a las vacaciones de Semana San
ta o de verano –para los más ansiosos, que aún queda– en las que cabe la posibilidad de que acabemos con ropa primaveral y salgan a la luz los kilitos de más que hemos ido acumulando.
Hacer, haces dieta, pero la conocida como curva de la felicidad no baja y te sientes como un globo cada vez que comes, por poca cantidad que tu régimen te obligue a comer y muchos caprichos que te hayas quitado. Algo falla, y no sabes qué es.
“Mantener a raya la sensación de hinchazón de vientre puede ser tan simple como mejorar nuestra la digestión”, asegura en 'The Herald Sun' la nutricionista Louise Cavanaugh, donde recoge algunos consejos esenciales para asegurarnos de que nuestro organismo absorbe adecuadamente todos los nutrientes, eliminar adecuadamente toxinas y desterrar la inflamación abdominal para siempre pudiendo, de una vez por todas y en un tiempo récord, lucir un vientre plano.
1. Hidrátate
“Si mantenemos el cuerpo bien hidratado es menos probable que retengamos líquidos y nos sintamos hinchados”, asegura la experta. Nada de refrescos ni bebidas energéticas, lo que tienes que tomar es más agua que, además de hidratarte, mantiene el tracto digestivo en movimiento, lo que ayuda a que el metabolismo funcione eficientemente. Ponte un objetivo alcanzable de litro y medio al día, pero si pueden ser dos, mejor.
2. Relájate
Probablemente no te lo habías planteado, pero estar estresado –además de generar angustia, dolores de cabeza y tensiones innecesarias– engorda. En momentos de agobio, la circulación sanguínea, por así decirlo, sortea su recorrido habitual por el tracto digestivo y se dedica a alimentar al cerebro y los músculos. De ahí que cuando estás pasando por un pico de estrés tus digestiones sean una auténtica pesadilla y adelgazar sea completamente imposible. No sólo eso, a largo plazo la falta de descanso y el estrés se traducen en un aumento de los niveles de la hormona cortisol, culpable de 'recomendarle' a nuestro cuerpo que almacene grasas, especialmente a la altura del vientre. Por mucho ejercicio y dieta que hagas, ella es más fuerte que tú y te va a resultar casi imposible adelgazar ni un gramo.
3. Corta con el consumo de alcohol
Una ingesta elevada de alcohol se traduce en que nuestro organismo se deshidrate y, en consecuencia, retengamos más líquidos y nos sintamos hinchados como pelotas. Tampoco tienes que volverte radicalmente abstemio. Según Cavanaugh, con no consumir ni una gota de bebidas espirituosas tres días a la semana y procurar que no estén mezcladas con refrescos azucarados, es más que suficiente.
4. Cuida de tu flora intestinal
La salud de nuestra flora microbiana está intrínsecamente ligada a la del resto de nuestro cuerpo. “El exceso de bacterias malas pueden causar digestiones lentas, aumento de peso e inflamación abdominal”, advierte la experta, quien recomienda tomar algún suplemento probiótico y alimentos fermentados para mantener a raya al conjunto de microorganismos que cuidan de nuestro sistema digestivo.
5. Come más fibra
Los alimentos no pueden moverse a través del tracto digestivo eficientemente si no disponemos de la cantidad adecuada de fibra. Esta se encarga de acelerar el tiempo que tardan los alimentos en hacer su recorrido, asegurando que los nutrientes necesarios sean absorbidos y manteniendo el metabolismo activo.
6. Frutos secos: el aperitivo ideal
Las nueces crudas y las semillas son el mejor aliado para el sistema digestivo. Al consumirlos, actúan como inhibidores de las enzimas digestivas permitiendo que nuestro organismo digiera y absorba más fácilmente los nutrientes de los alimentos.
7. Come conscientemente
Comernos un sándwich en la mesa del trabajo o picar cualquier cosa mientras vemos la televisión no entran en el manual de buenas prácticas de las personas que quieren lucir un vientre plano. La hora de comer es sagrada y tienes que tomarte tu tiempo para disfrutar de lo que estás tomando, masticar correctamente y deglutir con calma para mantener contento al tracto digestivo. De esta manera, al no comer a toda velocidad cualquier cosa que tengas delante, también podrás reducir las cantidades de tus porciones dando un impulso lógico a tu proceso de adelgazamiento.
8. Pon tus jugos gástricos a trabajar
“Los jugos digestivos contienen ácido clorhídrico y enzimas esenciales para la descomposición adecuada de los alimentos”, relata Cavanaugh. La experta en nutrición ofrece tres sencillos trucos para mejorar la actividad de estos: una cucharadita de vinagre de manzana diluida en un vaso de agua antes de comer o como aderezo para las ensaladas; comer alimentos amargos como el pomelo, las endibias o la achicoria, y empezar el día con un vaso de agua tibia con el zumo de un limón exprimido.
9. Descubre tus puntos flacos: ¿alergias?
Una vez llegados a la vida adulta resulta habitual que desarrollemos algunas alergias o intolerancias alimentarias. Presta atención a si tu sensación de hinchazón está relacionada con el consumo de algún plato en particular, porque podría ser el culpable de tus digestiones pesadas y de tus problemas para perder peso. Una vez detectado, elimínalo de tu dieta durante dos semanas y después vuelve a incorporarlo. Si notas cambios drásticos, acude a un especialista para que determine qué alimentos son los que deberías erradicar.
10. Pasa de sal
Aunque no hagas un uso habitual del salero para aderezar tus comidas, puede que estés ingiriendo más sal de la que crees a través de los alimentos procesados que de vez en cuando comes. Puede que por eso te sientas hinchado, estés reteniendo líquidos sin saberlo y tu abdomen lo padece.
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