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viernes, 18 de junio de 2021

Maduro se aferra al poder y obliga a la oposición a negociar

(Bloomberg) -- No hace mucho, Juan Guaidó fue aclamado como el futuro de la democracia venezolana, aceptado por docenas de países como el presidente legítimo, en lugar de Nicolás Maduro. Tenía oficinas en el centro y realizaba mítines semanales con decenas de miles de personas.

Esos tiempos ya pasaron. Maduro ha resistido más allá de toda expectativa y Guaidó ha quedado a la defensiva, hasta tal punto que compite por el liderazgo de la oposición contra un colega veterano, Henrique Capriles. En entrevistas separadas, los dos hombres abordaron el agudo dilema en el que se encuentra su movimiento: si participar y cómo hacerlo en las próximas elecciones locales y negociaciones con el Gobierno.

Cualquiera de las dos opciones significa reconocer que Maduro sigue firmemente a cargo. Mantenerse alejados es concederle un terreno libre. Si participan, podrían manipular las elecciones y el Gobierno podría desperdiciar tiempo en diálogos interminables. O la oposición podría ganar algunos espacios importantes en ciudades y estados, y aprovecharlos para expandir su base.

Juan Guaidó, después de una entrevista en Caracas el 8 de junio.

Se siente como una elección de Hobson, es “tomarlo o dejarlo”.

“La dictadura no va voluntariamente a acceder a un acuerdo político que genere su salida del Gobierno, porque precisamente su objetivo es mantener a toda costa el poder”, dijo Guaidó, de 37 años, desde una oficina improvisada en el este de Caracas, después de haber sido expulsado de otros espacios por redadas policiales. “Necesitamos forzar una negociación que genere condiciones de competitividad reales para una elección y eso convertirlo en una ventana de solución a este terrible conflicto”.

Su competidor, Capriles, de 48 años, ha hablado con el Gobierno y adopta una posición más conciliadora, argumentando que, con Joe Biden ahora en la Casa Blanca, las reglas han cambiado y Venezuela está en una situación tan desesperada que se necesita un compromiso.

“Hablar de negociación era imposible con la Administración Trump”, dijo, señalando que quería sacar a Maduro, pero fracasó. “Estoy de acuerdo con un proceso de negociación integral que permita tener resultados incrementales, es lo que llamaríamos pequeñas victorias que se van sumando. Tenemos que desmontar el conflicto existencial en el que el que gana se lleva todo y el que pierde queda en la nada. Necesariamente tenemos que buscar puntos de acuerdo, la situación del país habla por sí sola”.

Capriles habló en Las Brisas, una pequeña zona al sur de Caracas, en el área más pobre del estado Miranda, donde fue dos veces gobernador. Señaló a su alrededor: “Nunca ha habido tanta gente pobre en Venezuela, los servicios públicos nunca fueron tan malos. Ninguna de las personas aquí ha sido vacunada”.

Más de 300 cargos en oficinas estatales y locales estarán disponibles el 21 de noviembre, la primera elección que tendrá lugar bajo un organismo electoral renovado que incluye a dos miembros de la oposición de los cinco totales.

El organismo electoral más equilibrado es una concesión que Maduro ha hecho con la esperanza de lograr un alivio del castigo de las sanciones estadounidenses y recuperar el reconocimiento global y el acceso a los mercados financieros extranjeros. Venezuela, que una vez fue un país rico, es ahora un desastre humanitario.

Durante años, la fracturada oposición del país socialista se ha visto atrapada en medio de una situación imposible: dividida en la estrategia y en la lucha por la prominencia, pero con decenas de personas encarceladas y empujadas al exilio por un régimen autoritario que ha controlado las elecciones.

Risa Grais-Targow de Eurasia Group cree que Maduro cederá un poco en esta elección, pero no mucho.

“En el corto plazo, Maduro tiene incentivos para dar justo lo suficiente para que parte de la oposición participe, especialmente si cree que podría significar un alivio de las sanciones de Estados Unidos”, dijo. “Dudo mucho que eso incluya la elección presidencial y la total transparencia para los observadores internacionales, pero Maduro podría, por ejemplo, devolver las tarjetas de los partidos de la oposición o rehabilitar a figuras de la oposición que actualmente tienen prohibido participar”.

Si bien Guaidó una vez galvanizó a una oposición inestable y unió a los venezolanos y a la mayor parte del mundo occidental detrás de él, comenzaron a aparecer grietas después de su fallido intento por provocar un levantamiento y recibir a desertores del Ejército en abril de 2019. Ahora solo anuncia eventos con un día o apenas unas horas de anticipación para evitar represalias. Su tío permanece bajo arresto domiciliario por cargos falsos.

Las negociaciones que enfrenta la oposición ofrecen a Maduro la oportunidad de ganar tiempo sin hacer concesiones, como adelantar las elecciones presidenciales de 2024. El Gobierno se alejó de las conversaciones auspiciadas por Noruega en 2019 debido a las sanciones petroleras de EE.UU.

“¿Cuáles son las garantías que requieren para estar dispuestos a disputarse el poder a fin de generar confianza en el país, atraer inversión extranjera, mejorar la capacidad productiva del país para que volvamos a ser un país?”, preguntó Guaidó.

Para reforzar su control sobre el poder, Maduro prohibió tanto a Guaidó como a Capriles, y a una docena de líderes más, participar en cualquier elección durante más de una década. El Gobierno también utilizó el tribunal Supremo para apoderarse de los principales partidos políticos de oposición el año pasado.

Henrique Capriles, después de una entrevista en Valles del Tuy, Venezuela, el 8 de junio.

El nuevo Consejo Electoral trabaja para restaurar el derecho de participación de los candidatos de la oposición y planea crear un nuevo partido paraguas para que los candidatos de la oposición se registren antes de la fecha límite del 29 de agosto, según una persona con conocimiento del asunto. Un equipo de la Unión Europea también planea una visita este mes para evaluar la supervisión de la votación.

Un portavoz del Consejo Electoral no respondió a una solicitud de comentarios.

Capriles desafía a Guaidó no solo con su acercamiento al Gobierno sino en la libertad que tiene para llegar directamente al pueblo, como resultado de su interacción con Maduro y sus asesores. Mostró su estilo mientras recorría el barrio La Reinita cerca de Las Brisas, visitando casas improvisadas en las montañas hechas de madera contrachapada y metal, muchas de ellas sin electricidad ni agua. Sus asistentes repartieron desde sopa hasta analgésicos.

Más tarde, Capriles habló sobre los hombres que deben defender al régimen.

“Seguro vieron el árbol que se cayó en la carretera”, dijo. “Seguro vieron a los soldados tratando de cortar el árbol con un machete. Vieron que esos soldados están más flacos que yo. A mí me dicen ‘el flaco’ y ellos están más flacos que yo”.

Luego agregó que la desesperación está forzando una especie de unidad: “La situación económica y social de Venezuela es una cuerda muy delgada que puede romperse, no se ha roto pero puede romperse. Y yo creo que del otro lado también sacan cuentas. Las cosas son diferentes ahora porque creo que todos podemos estar alineados en la misma posición”.

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Autor: Nelson Soria. Con la tecnología de Blogger.

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