Cuatro oficiales venezolanos arrestados por la temida Dirección de Contrainteligencia Militar (DGCIM) se encuentran desaparecidos y sus familiares están siendo presionados a guardar silencio bajo amenaza de muerte, dijeron personas cercanas al caso.
Los militares — un coronel, dos tenientes coroneles y un capitán de navío — fueron encarcelados por el régimen de Nicolás Maduro bajo sospecha de rebelión. Sus familiares perdieron todo contacto con ellos hace diez días, luego que los prisioneros exigieran a las autoridades que permitieran el ingreso a las instalaciones del DGCIM en Caracas a los representantes de la Alta Comisión de los Derechos Humanos de la ONU.
Los temores sobre la integridad física de los militares se han visto acrecentadas por noticias de que el también detenido capitán de Corbeta, Rafael Acosta Arévalo, murió bajo efecto de torturas en las mismas instalaciones del DGCIM en que se encuentran en Caracas.
Pero sus familiares que habitan en Venezuela prefieren guardar silencio.
“Las familias no quieren hablar porque tienen temor a ser asesinadas”, dijo desde Caracas la diputada opositora Delsa Solórzano en referencia a la situación del Teniente Coronel Igber Marín Chaparro (Ejército), el Teniente Coronel Ruperto Molina (Aviación), el Capitán de Navío Luis de La Sotta (Armada) y el Coronel Juan Francisco Rodríguez Dos Ramos (Guardia Nacional).
“No estamos hablando de una circunstancia normal. Estamos hablando de una circunstancia en la que a usted le pueden matar, y lanzarlo por un balcón como fue el caso [del concejal opositor] Fernando Albán, o matarlo para que le secuestren su cadáver, que es lo que ocurre en nuestro país”, agregó.
Bajo los ojos de sus familiares, el cuerpo de Acosta Arévalo fue secuestrado por el régimen después de morir bajo los efectos de la tortura, dado a que no fue entregado a sus dolientes sino que fue enterrado por directamente para evitar a que fuese sometido a una autopsia independiente.
El caso de Albán había conmocionado a la opinión pública en octubre del 2018, cuando murió poco días después de ser arrestado. El régimen anunció que se había suicidado, saltando desde el décimo piso de la sede en Caracas del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN). Sus compañeros opositores dijeron que murió bajo tortura y que su cuerpo fue después lanzado al vacío para esconder el horripilante trato al que había sido sometido.
Uno de los familiares de los militares detenidos, que vive en Venezuela, confirmó que han sido amenazados. Al ser contactado por el Nuevo Herald respondió: “No puedo dar declaraciones. Estamos bajo amenaza. Todos los familiares de los militares estamos igual. Temo por él y por mi família. Espero puedan entenderme”.
Más de 150 militares se encuentran detenidos en las cárceles del régimen, en una tendencia que se ha tornado cada vez más común en la medida en que aumenta el descontento sobre el régimen.
El uso de la tortura y los asesinatos extrajudiciales también se hanvuelto más comunes, afirman los últimos informes sobres las violaciones a los derechos humanos publicados en los últimos meses.
Molly De La Sotta, quien vive en Estados Unidos, accedió a hablar con el Nuevo Herald sobre la situación de su hermano, el capitán de navío con el mismo apellido que se encuentra entre los desaparecidos.
Fue visto por última vez el pasado sábado 6 de julio, cuando fue visitado por su madre, y en esa ocasión le admitió que temía por su vida porque había sido amenazado directamente de muerte por el coronel Hannover Guerrero, quien ha sido identificado como uno de los principales responsables de las operaciones de tortura dentro de las instalaciones del DGCIM.
“La mayoría de ellos están enfermos, porque no reciben sol, no reciben aire natural, no reciben tratamiento médico”, dijo De La Sotta. “Él tiene bastante temor. Estar en un sótano, encerrado con esa gente amenazando es estresante”.
Guerrero le advirtió que “no saldría con vida”, De La Sotta dijo.
El capitán de navío, quien encabezaba una unidad de comandos de la armada, fue sometido a tratos crueles e inhumanos desde que fue arrestado en su base militar en Turiamo, a unos 150 kilómetros al este de Caracas, dijo Molly De La Sotta.
Trasladado en helicóptero a la capital, De La Sotta fue acusado de conspirar con otros militares en uno de los distintos complots que el régimen dijo haber desarticulado el año pasado.
“Estuvo tirado por cuatro días en el piso, con las manos hacia atrás, las esposas muy ajustadas, que le provocaron cortaduras alrededor de las muñecas. Lo encapucharon, le dieron con un palo de madera, le pusieron gas lacrimógeno, le causaron asfixia mecánica (con bolsas plásticas). Así estuvo en un cuarto por cuatro días, sin alimentos, sin agua, sin nada”, relató Molly De La Sotta.
“Querían obligarle a que se declarara culpable, de conspirar con Estados Unidos, Colombia” y con la dirigente opositora María Corina Machado, agregó.
Pese a la tortura, De La Sotta sostiene que es inocente.
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