Se cumplen ahora tres años de una de las mayores hazañas futbolísticas de Costa Rica: sus cuartos de final en el Mundial 2014 de Brasil. Una cita que no sólo sirvió para poner en el mapa del fútbol a este menudo país centroamericano, sino también para encumbrar a una de sus más grandes figuras: Keylor Navas, el icono de la ‘revolución’ costarricense. Llegado desde el Levante, donde había hecho una temporada primorosa en La Liga, se encumbró en Brasil, y le valió el reconocimiento definitivo del Real Madrid –que le fichó un mes más tarde-, así como los homenajes en su país natal. Y especialmente, en su ciudad: Pérez Zeledón.
Y es que allí fue recibido con honores de estado prácticamente: paseando en coche descapotable por la ciudad hasta un enorme escenario por donde fueron pasando personalidades para agasajarle hasta hacerle incluso entrega de las llaves de la ciudad ante los ojos de miles de sus conciudadanos. Aunque quizás el homenaje más curioso que recibió en aquellos días justo tres años atrás llegó por parte del gobierno local, que quiso darle al Estadio Municipal de Pérez Zeledón el nombre de Estadio Municipal Keylor Navas Gamboa.
No obstante, con 12-14 años y mientras todavía militaba en la humilde Escuela de Fútbol Pedregoso, Keylor Navas fue a probar con el Club Municipal Pérez Zeledón, el equipo de su ciudad, que disputa sus partidos precisamente en el Estadio Municipal. Era el equipo donde había jugado su padre, y tenía un significado especial para Keylor; sin embargo, en las pruebas le rechazaron por ser bajito. Un duro golpe moral para el hoy portero del Real Madrid, que supo superarlo hasta el punto de que una década más tarde casi le da su nombre al estadio del equipo que una vez le rechazó de niño.
Cuando Keylor contaba con 8 años, ingresó en la Escuela de Fútbol Pedregoso. El fichaje fue obra de Juan de Dios Madriz, el fundador de la escuela. “Pateaba con ambas piernas; y era pequeño pero ágil”, decía. Juan de Dios fue a buscar al niño de ocho años porque un familiar le había hablado del menudo portero. Habló con la mamá de Keylor, Sandra, y se comprometió a llevarlo y traerlo de los entrenamientos en una moto Suzuki de 80 cc. Los padres de Keylor tuvieron que salir a Estados Unidos para trabajar y fueron sus abuelos los que le criaron en Costa Rica. Su abuelo Juan –a quien Keylor siempre trata como si de un padre se tratara- también se encargaba de llevarle y traerle a todas partes con un Toyota verde “bastante viejo”.
De la Escuela de Fútbol Pedregoso, y tras ser rechazado en el Club Municipal Pérez Zeledón, Keylor pasó años más tarde a las divisiones inferiores del Deportivo Saprissa, en la capital San José. Y de ahí a Albacete, Levante y Real Madrid, forjando una historia por todos ya conocida. Una de las primeras cosas que hizo el cancerbero nada más fichar por el Real Madrid fue regalarle un coche nuevo a su abuelo, por cierto: un KIA de 2015. En reconocimiento a sus esfuerzos cuando era todavía un niño y nadie imaginaba que acabarían poniendo su nombre a los estadios de su ciudad.
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