La semana pasada, recorrieron el mundo imágenes impactantes que parecían mostrar a gente desesperada en Ecuador quemando cuerpos en la calle. De acuerdo con las publicaciones de redes sociales, el coronavirus había abrumado a la administración de Lenín Moreno y empujado al país, conocido desde hace tiempo por su inestabilidad política, al borde del precipicio.
Pero cuando la policía acudió a los sitios donde se filmaron los videos, la verdad fue un poco más matizada. En un caso, una familia estaba quemando neumáticos para protestar por el retraso del gobierno en recuperar el cuerpo de un pariente. En otro caso, la gente quemaba un sofá en el que alguien con el virus contagioso había estado durmiendo.
"La idea de que la gente quemaba los cuerpos en las calles; esas imágenes fueron compartidas en todo el mundo, las estaciones de televisión las re-publicaron, incluso los presidentes de países las creyeron reales", dijo el Secretario de Comunicación de Ecuador, Gabriel Arroba.
Y no eran ciertas.
En medio de la guerra mundial contra la pandemia, muchos países se encuentran también en una lucha contra las noticias falsas y engañosas que no siempre ganan.
Mientras gran parte del mundo permanece en cuarentena, bajo una ola de estrés y rumores, las imágenes se propagan más rápido que el virus, transmitido por los incautos. Pero en algunos casos parece haber algo más nefasto en marcha.
Los gobiernos desde Haití hasta las Islas Caimán y Sudáfrica han dicho que han sido asediados por reportes a veces peligrosamente falsos.
Los funcionarios de Ecuador creen que están siendo atacados por un grupo bien organizado que intenta derrocar a la administración.
"Estamos trabajando con nuestros servicios de inteligencia para seguir estas pistas", declaró Arroba al Miami Herald. "Pero parece haber un claro objetivo de desestabilizar el gobierno".
El país sudamericano (más conocido por las Islas Galápagos y por haber dado asilo al fundador de Wikileaks, Julian Assange, en su embajada de Londres) ha sido duramente afectado por el coronavirus.
El país ha visto cuatro mil 450 casos y 242 muertes. Eso es más casos que cualquier otra nación de América Latina, excepto Brasil y Chile.
La mayoría de los casos se centran en la ciudad costera de Guayaquil, que ha sido escenario de escenas macabras: cuerpos en las aceras, gente desmayándose en las esquinas, los desesperados y los que tosen apiñados fuera de hospitales abarrotados.
Y si bien es cierto que la ciudad inicialmente tuvo problemas para seguir el ritmo de la recuperación de los cuerpos, Arroba dijo que también hay un esfuerzo concertado para manipular y amplificar los problemas.
El gobierno ha identificado seis mil cuentas de redes sociales, todas las cuales trabajan al unísono, para difundir información falsa. En algunas ocasiones, esas cuentas han logrado plantar las historias más de 180 millones de veces.
Al principio de la crisis, cuando el gobierno declaró que daría un bono de 60 dólares a los más necesitados de la nación, las cuentas corrieron la voz de que todos los 16.6 millones de ciudadanos de Ecuador eran elegibles y necesitaban correr al banco para exigir su pago. En otra ocasión, las cuentas impulsaron la narración de que el país se estaba quedando sin alimentos y animó a la gente a acaparar víveres.
Ambas cosas ocurrieron en un momento en que el gobierno estaba pidiendo a la gente que se refugiara en sus hogares.
"Estas olas de noticias se centran en un tema, y cada ola parece tener un objetivo", destacó Arroba. "Han estado tratando de crear pánico y hacer que la gente colapse el sistema de distribución de alimentos o colapse el sistema bancario".
Más recientemente, las cuentas comenzaron a compartir imágenes de lo que afirmaban era una fosa común clandestina para las víctimas del COVID-19 en Ecuador. La foto era de hace años y en realidad era de una fosa en México, subrayó Arroba.
Aunque el gobierno no tiene pruebas sólidas, los funcionarios creen que los miembros de la anterior administración de Rafael Correa están detrás de los ciberataques. Al menos la mitad de las cuentas de los sospechosos tienen su base en México, donde varios antiguos aliados de Correa han pedido asilo en medio de cargos por corrupción.
"Por supuesto, la principal arma de las noticias falsas es el anonimato", señaló Arroba. Pero hay fuertes indicios "de que miembros del gobierno anterior están involucrados".
Correa, que vive en Bélgica, de donde es su esposa, ha arremetido contra la insinuación de que él o sus leales podrían estar detrás de una campaña de desinformación.
El gobierno de Ecuador "ni siquiera puede enterrar a los muertos, pero son capaces de continuar con su odio y su politiquería", escribió en Twitter en respuesta a las acusaciones del gobierno. "Si este nefasto gobierno no es enviado a casa pronto, nos van a enterrar a todos".
La animosidad entre Correa y la actual administración es profunda. Moreno, el antiguo vicepresidente de Correa, ganó las elecciones en 2017 gracias al apoyo de su jefe. Pero poco después de asumir el cargo, se volvió contra él y lanzó una serie de investigaciones de corrupción sobre los tratos del ex presidente.
El martes, los tribunales ecuatorianos sentenciaron a Correa, a su ex vicepresidente Jorge Glas y a otras 16 personas a ocho años de prisión por cargos de corrupción. La sentencia también les prohíbe ocupar cargos públicos durante 25 años.
Correa recalcó que era ridículo que un país en medio de una pandemia siguiera adelante con un juicio.
"Lo que me preocupa y me hace llorar es ver a la nación muriendo, esos cuerpos en la calle y abandonados en sus casas", dijo en un mensaje de video a sus seguidores. "Ecuador ha hecho el peor trabajo de la región para enfrentar esta pandemia y solo va a empeorar".
Ecuador no es el único que intenta evitar las noticias falsas.
Las Islas Caimán han estado en un frenesí desde que un mensaje de coreo de voz apareció en las redes sociales el fin de semana. El mensaje afirmaba que un vuelo de British Airways fletado para llevar suministros médicos y e isleños a casa el lunes había sido organizado por el gobernador Martyn Roper porque Roper quería traer a su esposa de vuelta del Reino Unido.
Pese a que Roper lo negó, el mensaje cobró vida. El martes, la policía de las Islas Caimán aseveró que había arrestado a una persona en relación con el mensaje falso.
El primer ministro de las Islas Caimán, Alden McLaughlin, también se disculpó con Roper, llamando el incidente "vil" y "repugnante".
"Estaba tan avergonzado y tan enfadado", reveló McLaughlin el lunes durante la sesión informativa nacional sobre el COVID-19. "La nota de voz me hizo avergonzarme de ser caimanés".
En Haití, los funcionarios del gobierno también se vieron obligados a hacer declaraciones el lunes después de que una "falsa publicación de Facebook" de una persona que afirmaba ser pariente de la primera víctima mortal de COVID-19 en el país comentó que la víctima había muerto por otras causas, llamando efectivamente a los funcionarios mentirosos. Y días antes, un fiscal del gobierno desató un debate sobre la libertad de prensa y una protesta en la calle cuando ordenó el arresto del locutor de radio, Luckner "Louko" Desir, por supuestamente afirmar que no había casos de coronavirus en el país. Desir niega haber hecho la declaración y asegura que su arresto no estaba justificado.
Más lejos, en Sudáfrica, los tribunales acusaron a un hombre de difundir noticias falsas después de que publicara un vídeo de amplia difusión en el que afirmaba que los equipos de pruebas de coronavirus del gobierno en realidad estaban transmitiendo a la gente el COVID-19.
En una conferencia en línea organizada por el Centro Internacional de Periodistas la semana pasada, Branko Brkic, fundador del sitio de noticias Daily Maverick de Sudáfrica, dijo que la desinformación y la información incorrecta ya estaban desatadas antes de la pandemia, pero que ahora se habían convertido en una cuestión de vida o muerte.
"Quienquiera que esté difundiendo noticias falsas es un ser humano horrible, y espero que se quemen en el infierno", criticó. "El nivel de inmoralidad de eso es horrible para mí".
Arroba agregó que confía en que los investigadores ecuatorianos eventualmente presenten su caso y cierren la fuente de la desinformación.
"Todavía estamos recolectando pruebas, porque un caso mal presentado podría terminar en nada", concluyó. "Hay muchos indicios, pero todavía estamos buscando pruebas específicas. El problema es el anonimato de las redes sociales".
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