La crisis política desatada en Venezuela ha resonado en muchos rincones del mundo.
Cuando el pasado 23 de enero Juan Guaidó se juramentó como "presidente interino" -algo que el gobierno de Nicolás Maduro tacha de intento de golpe de Estado-, el joven líder opositor desató una cadena de reacciones, que llegó hasta el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Primero, Estados Unidos dio su apoyo al joven presidente de la Asamblea Nacional y seguidamente hicieron lo mismo los países del Grupo de Lima (salvo México).
A Maduro salieron a defenderlo sus aliados más cercanos: Cuba, Bolivia, Rusia y también China, que manifestó "gran preocupación" y afirmó que apoyaba los esfuerzos del gobierno por "preservar la soberanía, la independencia y la estabilidad del país".
Por su parte la Unión Europea, después de meses diciendo que no reconoce la legitimidad de Maduro, no reconoció explícitamente a Guaidó como presidente, aunque sí insistió en la necesidad de que haya elecciones libres y creíbles.
El sábado, sin embargo, algunos países europeos aumentaron la presión
Ese día España, Francia, Alemania y Reino Unido declararon que en caso de que no se anuncien nuevas elecciones en ocho días, pasarán a reconocer automáticamente a Guaidó como nuevo presidente de Venezuela.
Con todas estas reacciones Guaidó no solo consiguió despertar a las aletargadas bases de la oposición, sino que puso a Venezuela en el centro de crecientes tensiones en el tablero geopolítico internacional.
Tensión Moscú-Washington
Al expresar su apoyo a Guaidó, la Casa Blanca dijo que iba a desplegar "todo el peso económico y diplomático de Estados Unidos para lograr la restauración de la democracia en Venezuela".
A lo que respondió Maduro rompiendo las relaciones diplomáticas y dando 72 horas al personal de EE.UU. para abandonar el país.
Y, en otra vuelta de tuerca, EE.UU. reaccionó asegurando de desobedecer la orden de expulsión ya que, insisten, Maduro ya no es presidente y no puede romper relaciones ni echar a diplomáticos.
Esa respuesta hizo saltar las alarmas: ¿se atreverá Maduro a arrestar y deportar al personal de EE.UU.? ¿Lo hará aplicando la fuerza? ¿Cómo reaccionaría el gobierno de Donald Trump?, ¿una acción militar en represalia?
La expulsión de los diplomáticos del territorio venezolano, sin embargo, parece haber quedado suspendida, al menos por un tiempo.
El sábado, cuando se vencían las 72 horas, Maduro publicó un comunicado en el que afirma que EE.UU y Venezuela "han acordado sostener negociaciones para el establecimiento de una Oficina de intereses en cada capital, desde la cuales se podrán atender trámites migratorios y otros temas de interés bilateral".
Para lograr ese acuerdo, menciona un plazo de 30 días en el que se autoriza la permanencia del personal remanente de cada misión.
En todo caso, el domingo el asesor de seguridad de la Casa Blanca, John Bolton, advirtió a Venezuela que Estados Unidos adoptará una "respuesta significativa" contra ese país si percibe "violencia e intimidación" contra la oposición venezolana o el personal diplomático estadounidense en Caracas.
Por su parte, el portavoz del gobierno ruso, Dimitry Peskov, ha advertido que una intervención militar de Estados Unidos en Venezuela sería "muy peligrosa e inaceptable".
Sergei Ryabkov, viceministro de Asuntos Exteriores ruso, fue más explícito al expresar su respaldo al gobierno de Maduro.
"Estaremos, si lo desean, junto con este país en defensa de la soberanía, en contra del inadmisible quebrantamiento del principio de no intervención en asuntos internos", dijo.
Sus palabras hicieron recordar a muchos que apenas en diciembre pasado, Moscú envió a Venezuela una escuadrilla aérea encabezada por dos cazabombarderos supersónicos Tupolev 160 (TU-160).
"Nos estamos preparando para defender Venezuela hasta el último palmo cuando sea necesario", dijo entonces el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, en el acto de bienvenida a los aviones enviados por el Kremlin.
El Consejo de Seguridad de la ONU
El sábado en Nueva York los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU se reunieron para discutir la situación de Venezuela.
En un fuerte choque, Estados Unidos presionó para que los países tomaran posición.
"No más retrasos, no más tretas: o están con las fuerzas de la libertad o están aliados a Maduro y su caos", dijo Mike Pompeo, secretario de Estado de EE.UU.
"China y Rusia están apoyando un régimen fallido con la esperanza de recuperar miles de millones de dólares en inversiones mal concebidas", dijo.
Rusia reaccionó.
"Los estadounidenses no han cambiado en absoluto su manera de ver a América Latina (como su) zona de interés exclusiva, un patio trasero donde pueden hacer lo que les de la gana", dijo Vasily Nebenzya, representante de Rusia ante la ONU.
Nebenzya cuestionó a Pompeo sobre la afirmación de EE.UU. de que "todas las opciones" están sobre la mesa para Venezuela.
"¿Significa ello que EE.UU. está dispuesto a recurrir a la fuerza armada contra un Estado soberano bajo ese pretexto inventado?", interrogó.
Al final Rusia y China mantuvieron su respaldo a Maduro y la reunión concluyó sin un acuerdo entre las grandes potencias.
Pero, ¿hasta dónde es posible que escale la internacionalización de la crisis venezolana?
¿Conflicto armado?
"La crisis de Venezuela puede ser un gran dolor de cabeza para Estados Unidos y puede tener repercusión sobre su actuación en otras partes del mundo. Puede implicar a Rusia, China y a otros actores", dice Evan Ellis, profesor e investigador sobre América Latina en el U.S. Army War College, en conversación con BBC Mundo.
Asegura, sin embargo, que la posibilidad real de que el conflicto escale "ha sido exagerada de forma dramática".
Ellis cree que las palabras de Ryabkov sobre el compromiso de Rusia con la soberanía de Venezuela guardan una "amenaza vacía" formulada para demostrar que Moscú defiende a sus aliados y anotarse puntos en su pulso con Estados Unidos.
"Con los precios del petróleo bajos como están y la mala forma en la que se encuentran las fuerzas militares de Rusia, los rusos no están en posición de proyectar el poder necesario durante un periodo suficientemente largo como para mantener a un régimen ilegítimo en Caracas", afirma.
El analista descarta la posibilidad de que el gobierno de Vladimir Putin le ofrezca a Maduro el tipo de apoyo que le dio al mandatario de Siria, Bashar al Asad.
"Siria queda mucho más cerca de Rusia y mucho más lejos de Estados Unidos que Venezuela", apunta.
Félix Arellano, profesor de la escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela, tampoco prevé que Rusia se implique militarmente en una confrontación por Venezuela, pero sí cree que Moscú tiene mucho interés en ser un actor relevante en la crisis.
"Rusia juega al desorden, al caos, para ver qué obtiene. Para ellos, Nicolás Maduro es una ficha. Moscú está más interesada en cuidar su entorno geográfico, en Ucrania", señala Arellano.
"Llegado el peligro de una confrontación preferirían negociar con Estados Unidos al estilo de lo que ocurría en la Guerra Fría. 'Yo te respeto allá y tú me respetas acá', en relación con sus respectivas áreas de influencia", agrega.
Arellano no cree probable que se produzca una intervención militar de Estados Unidos en Venezuela y advierte que al gobierno de Trump le costaría mucho conseguir el apoyo del Congreso, donde el Partido Demócrata e incluso una parte del Partido Republicano se opondrían.
Viktor Semenov, experto del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Academia Rusa de Ciencias, considera que Maduro puede evitar una acción militar de Estados Unidos si actúa con contención.
"Maduro necesita evitar un baño de sangre contra los manifestantes. Él no puede dar ningún paso duro como usar tanques para suprimir las protestas", dijo Semenov a la agencia de noticias rusa TASS.
Alertó, además, que el mandatario venezolano debería evitar provocaciones en contra del personal diplomático estadounidense. "Creo que en ese caso, Estados Unidos se abstendrá de cualquier intervención directa", añadió.
Pulso diplomático
Pero si las probabilidades de una confrontación armada no lucen altas, algo muy distinto ocurre en el terreno económico y diplomático, en el cual el primer pulso se vio este sábado durante la reunión del Consejo de Seguridad.
"El hecho de que se planteara la discusión de la crisis de Venezuela en la agenda del Consejo de Seguridad de la ONU globaliza el tema inmediatamente", señala Arellano.
Advierte que ese escenario no es necesariamente el más favorable para la iniciativa estadounidense debido al poder de veto de Rusia y China.
Pekín es un aliado estratégico de Venezuela, donde se ha implicado con inversiones y unos créditos millonarios que han servido de salvavidas para las arcas del Estado, disminuidas por una severa crisis económica y por la caída de los precios del petróleo.
El experto afirma que si China ha ayudado a Maduro a mantenerse a flote, ahora puede usarlo como una pieza en sus negociaciones comerciales con Estados Unidos.
"Si las cosas se complican, Venezuela es una ficha que puede usar para molestar a Washington. China estará dispuesta a darle más subsidios al gobierno venezolano, conscientes de que es a fondo perdido, siempre y cuando sea un juego contra Estados Unidos. Pero, si las negociaciones avanzan, Pekín se puede distanciar más de Maduro", vaticina.
Ellis señala que China no está muy contenta con el gobierno de Maduro por los problemas que enfrentan para poner en marcha sus proyectos.
No obstante, asegura que Pekín tiene interés en que Venezuela siga siendo una preocupación para Washington y un proveedor de petróleo para ellos.
"Si pueden ayudarán discretamente a Maduro pero actuarán en esta situación de una forma mucho menos agresiva y mucho más sutil que Rusia", apunta.
Ellis advierte que Pekín es un actor muy pragmático y refiere cómo en Guyana o Perú se han entendido con mandatarios que tenían una ideologías y, luego, con sus sucesores que tenían posturas distintas.
"A los chinos les gusta negociar con otros países pero una vez que un gobierno se va y llega otro, ellos están igual de dispuestos a entenderse con el nuevo", advierte.
En el caso Venezuela, lealtades y las alianzas empezaron a ponerse a prueba.
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