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viernes, 28 de septiembre de 2018

Cómo un agricultor de 78 años convirtió un desierto en bosque (y ganó un 'Premio Nobel')


Yacouba Sawadogo nació hace más de siete décadas en la provincia de Yatenga, en el norte de Burkina Faso. Durante su época como vendedor en el mercado local, se encontró con uno de los (muchos) dramas que sufre el continente africano, y que tuvo un gran impacto en la zona del Sahel: en los años 80, la sequía en la zona se convirtió en uno de los grandes problemas de la región. Los campos dejaron de dar frutos y miles de personas perdieron la vida en una hambruna que afectó principalmente a las zonas rurales y marcó un antes y un después en la vida de Sawadogo, que decidió entonces dejar la ciudad para volver a su aldea natal para tratar de hacer algo por todos aquellos que tenían menos posibilidades.

Desde su regreso a su pueblo, su visión fue la de cultivar la tierra estéril para tratar de revertir la situación y que volviera a ser fértil. Su clave, una técnica tradicional; su resultado, un galardón. Este lunes recibía en Suecia el Premio Right Livelihood, también conocido como el Premio Nobel Alternativo, al haber logrado transformar hectáreas de suelo yermo en un frondoso bosque. Es su legado, tal y como indicó a la agencia Efe tras recoger el premio. "Es para las generaciones futuras. Quiero que vean una tierra verde, en lugar de cómo era en el pasado". Sawadogo no lo tuvo fácil: tuvo que enfrentarse a su propia comunidad, que lo calificaba de loco —y hasta llegaron a incendiar su pequeño bosque—. Sin embargo, ese loco ha conseguido convertir en tierra fértil un terreno de 40 hectáreas, que a día de hoy albergan 60 especies de árboles y arbustos diferentes.

Las lluvias no son un problema solo de entonces: en 2017, las escasas precipitaciones caídas en zonas de pastoreo del sur de Mauritania, el norte de Senegal y algunas áreas de Burkina Faso, Níger, Malí y Chad diezmaron tanto el ganado como las cosechas, afectando a los medios de subsistencia de la población. El pasado mes de mayo, Naciones Unidas advertía de que en el desierto del Sahel unos 2,5 millones de pastores y 1,6 mil.lones de agricultores necesitaban "ayuda urgente" para proteger sus medios de vida, además de otros cinco millones de personas, que podrían llegar a necesitar ayuda alimentaria.

¿Cómo lo consiguió? La tradición lo ayudó a crear este gran 'pulmón verde' en medio del desierto: la técnica 'zaï' es una práctica típica de la región, muy útil en zonas de tierra infértil. Consiste en exvacar a intervalos regulares agujeros de entre 20 y 30 centímetros de profundidad, que se llenan de compost. El agujero permite retener el agua de la escorrentía, y si bien las cantidades de abono son menores, su eficacia se multiplica. Según los datos del Observatorio Nacional de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible (ONEDD) de Burkina Faso, en junio de 2011 la región era una de las tres áreas donde la erosión del suelo era mayor, y la tasa de deterioro de la tierra ser muy significativa. Dos años después, el 74,1% de la superficie total del país estaba sufriendo un proceso de desertificación.

La idea de este burkinés comenzó a nivel de pequeños 'mercados' en los que compartía sus conocimientos sobre las ténicas 'zaï', pero éstos crecieron a tal nivel que cada día acudían representantes de hasta un centenar de pueblos de la zona. Estas sesiones se organizaban dos veces al año, y pedía a los agricultores que llevaran algunas de sus semillas para mostrarles cómo cultivar con esta técnica.

Con su proyecto, a Sawadogo se le comenzó a conocer como 'el hombre que detuvo el desierto'; tanto es así, que en 2010 Mark Dodd escribió y dirigió un documental que llevaba ese nombre. Producida por la británica 1080 Films, se trata de una película documental que narra cómo este burkinés septuagenario perfecccionó aquellas técnicas tradicionales de agricultura para revertir esa desertificación. "El impacto de Yacouba Sawadogo en la restauración del Sahel ha sido mayor que el de todos los expertos nacionales e internacionales juntos", según el investigador Chris Reij, del Instituto de Recursos Mundiales. Y Sawadogo muestra el orgullo de lo que ha conseguido: "Nuestros padres perecieron y con ellos (están muriendo) los árboles y los bosques, nuestro saber hacer y nuestra cultura. Un día los niños buscarán en vano árboles como fuente de medicina", lamenta.

¿Extenderlo a otros países?


A día de hoy, Sawadogo es autosuficiente con respecto a sus necesidades básicas, y entre sus cultivos para consumo propio destacan las matas de guisantes y alubias; aparte de cereales milenarios como el sorgo. Asimismo, este campesino ha capacitado a lo largo de estos años a decenas de miles de agricultores de Burkina Faso, Níger, Mali y Senegal, consiguiendo que numerosas hectáreas de tierra vuelvan a ser fértiles.

Sus técnicas permiten a los agricultores obtener cosechas en años de sequía, ser autosuficientes, alimentar a su ganado con forraje y, gracias a todo ello, adaptarse al cambio climático, reducir la pobreza rural y prevenir conflictos relacionados con los recursos. Como manifestó el director ejecutivo de la Fundación Premio Right Livelihood, Ole von Uexkull, cuando le anunció como uno de los galardonados, "Sawadogo luchó por detener el desierto y lo logró". "Si las comunidades locales y los expertos internacionales están dispuestos a aprender de su sabiduría -añadió Uexkull-, será posible regenerar grandes áreas de tierras degradadas, disminuir la migración forzosa y construir la paz en el Sahel".
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Autor: Nelson Soria. Con la tecnología de Blogger.

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