Por
supuesto, la situación hoy es distinta a la que enfrentó Honoré, jefe
de la Joint Task Force de respuesta al Katrina. Los saqueos no hablan de
supervivencia y hambre sino de rabia y hartura por la discriminación sistémica de los afroamericanos. Pero el mensaje de Trump, el propio presidente de Estados Unidos,
es incendiario, y la amenaza de desplegar las tropas federales en las
calles incluso sin el beneplácito de los gobernadores locales, coloca al
país en una situación de estar al borde de lo que podría ser un
desastre, como sucedió en Nueva Orleans. Una ciudad que los medios y los
políticos pintaban como "sin ley" y "bajo asedio" por los saqueos.
En
este escenario, se barajó invocar la ley que permitiría el despliegue
de tropas del Ejército estadounidense en su propio suelo. Fue ahí cuando
Russell Honoré se hizo un nombre: sus esfuerzos por apostar por la desescalada
y no disparar ni un solo tiro previnieron lo que podría haber sido la
primera masacre civil por parte de tropas estadounidenses en suelo de
EEUU desde Kent State (1970). En un vídeo que circuló más tarde, se
puede ver cómo Honoré se acerca a un soldado y le recrimina: "¡Baja la maldita arma, que estamos en una misión de rescate!".
Recordando
en una entrevista con El Confidencial esa escena, y con la reacción de
la Administración Trump a las protestas raciales de esta semana, apunta:
"Nunca le digas a las fuerzas del orden que disparen a matar a su
propia gente".
Hoy, Russell Honoré es un general retirado. Habla por teléfono con
ese toque de Louisiana, que hace que al otro lado de la línea se le
imagine mascullando con un puro en la boca. "Trump está utilizando el Ejército de manera política, para conseguir sus intereses [electoralistas]". Y en cuanto a la ley fundamental de cómo desescalar una situación de tensión, "sería un gran error desplegar las tropas federales sin la petición expresa de los gobernadores", apostilla el exmilitar.
Honoré, que en su día recibió motes como 'el John Wayne de Louisiana' o 'The Ragin' Cajun'
(el 'cajún enrabietado'; los cajunes son un grupo étnico de Louisiana),
no es el único general que en la última semana ha criticado la amenaza
de Donald Trump de desplegar militares en las calles para hacer frente a
las protestas, tanto en la forma incendiaria del discurso, como en el
fondo. "[La Insurrection Act] solo debería usarse como último recurso y
en caso de las situaciones más urgentes y extremas" ha afirmado Mark Esper, actual jefe del Pentágono de EEUU.
Más directo ha sido James 'Perro Loco' Mattis,
el primer secretario de Defensa de la Administración Trump, quien ha
roto su silencio desde que dimitiera del puesto para afirmar que "Trump
es el primer presidente que he visto durante mi vida que no intenta unir al pueblo estadounidense, y ni siquiera finge hacerlo. En cambio, intenta dividirnos". Otros altos mandos militares, como el General Mark Alexander Milley,
jefe de personal del presidente, han advertido a Trump que no serán
cooptados en una "lucha política" contra sus conciudadanos.
A veces solo se está a una orden de comenzar un desastre. En post Katrina fue Honoré, en las protestas raciales de este "Verano de la Ira" por la muerte de Floyd pueden ser otros.
Una ciudad devastada
Más
de 1.800 personas murieron tras el paso del huracán Katrina en agosto
de 2005. Los daños materiales se cifraron en más de 125.000 millones de
dólares. Las autoridades no parecían saber cómo gestionar una situación
que dejó a miles de personas sin casas, cercados por el agua y atrapadas
en Nueva Orleans.
"Gran parte de la ciudad estaba bajo el agua, inundada.
Se me dijo que la gente tenía que ser evacuada. Algunas personas fueron
a las tiendas y las saquearon; se habían quedado sin comida. Hubo
algunos que asaltaron tiendas que habían sufrido las inundaciones. Lo
que hicimos [en la Joint Task Force] fue empezar por poner a la Guardia
Nacional y tropas en servicio activo trabajando juntos", rememora.
Pero
entonces, la cosa comenzó a torcerse. Las autoridades locales y la
policía empiezan a hablar de "francotiradores" entre los civiles que
estarían atacando a los helicópteros de las fuerzas del orden. Desde la
Casa Blanca llamaron a Honoré: "Si hay francotiradores, enviamos las tropas federales [el Ejército] esta misma noche.
Tenemos una brigada lista para partir, de operaciones especiales". Sin
tapujos y con algún insulto, Honoré rememora su respuesta. No se
enviaron las tropas. Paralelamente, el gobernador del estado de Lousiana
le dijo: "Vamos a sacar a todos [del Superdrome donde se habían
refugiado a los supervivientes] y dispararemos a matar si vemos a
alguien saqueando ". Más insultos. "Y ahí es cuando le dije que no diera
la orden a las tropas de que disparan a matar", recuerda Honoré.
"Había
mucha percepción entre la gente de todo el país de que la ciudad era
peligrosa y sin ley. Era una mala percepción. Y cuando llegaron los
soldados, llegaron con sus armas. Tuve que decirles, 'bajad las malditas
armas, no necesitas armas aquí'. Necesitamos agua y comida".
Para Honoré, hay que dar una respuesta a los saqueos que se han producido en la última semanas
de protestas por todo EEUU, pero "el Ejército debería ser la última
opción" antes de enviarlo a las calles para controlar a sus propios
ciudadanos. "Hay que separar las manifestaciones pacíficas y legítimas
de los saqueadores. Y contra esos es los que tiene que actuar la
Policía. Si se ve desbordada [como ha pasado en algunos casos], es
cuando entraría la Guardia Nacional. El Ejército no se puede utilizar
así", explica. "El dilema que tenemos aquí es que la policía, a la que se le culpa de haber comenzado esto [por la muerte de Floyd], es la misma que tiene que ahora controlar las protestas".
La
'Insurrection Act' es una ley residual de 1807 que permite el
despliegue de tropas militares para hacer valer la ley federal dentro
del propio territorio de EEUU. Se utilizó especialmente en los estados
sureños durante la década de los 50 para que se hicieran efectivas las
leyes contra la segregación racial. Desde entonces, se ha utilizado muy
esporádicamente. La última, tras la absolución de los cuatro policías
que dieron una paliza a Rodney King, que generó disturbios en Los
Angeles en 1992. "Es muy inusual utilizar las tropas federales [el
Ejército]. ¡No es algo que estudiemos en las escuelas militares! Porque no hay un plan en el Ejército de EEUU para ser usado contra sus propios ciudadanos", afirma el general.
“[Trump] está instando a actuar con mano más dura porque no sabe cuál es el verdadero problema. El
verdadero problema aquí es justicia social”. Una dicotomía que podría
ser análoga a la que se vivía tras el Katrina. "Algunos lo llamaban
saqueos, yo lo llamé supervivencia. Había que dejar muy claro que
estábamos allí en una misión humanitaria, y para una misión humanitaria
no había que responder con armas". Hoy, el problema social está siendo militarizado:
"Trump está intentando identificar a los manifestantes como el
problema, sin llegar a la raíz. El Ejército no debería ser utilizado
como un instrumento político de la Casa Blanca dentro de Estados
Unidos".
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