La toma de Kabul por parte de los talibanes puso en duda la efectividad de la presencia de las tropas estadounidenses durante 20 años en Afganistán. La velocidad del avance Talibán responde a un ejército desmoralizado, sin garantías frente a una ofensiva sofisticada por parte del grupo insurgente.
Las evaluaciones de la inteligencia de Estados Unidos estimaban que los talibanes podrían tomarse Kabul en 90 días. Muy lejos de las predicciones, 72 horas después del anuncio el grupo insurgente ya se había hecho con el control de la capital.
Para muchos, la rápida ofensiva de los talibanes ha sido una sorpresa. Pues, ni siquiera los 83.000 millones de dólares invertidos por Estados Unidos en dos décadas para entrenar y equipar a las fuerzas afganas pudieron controlar su avanzada.
Aún cuando el ejército afgano poseía mayores efectivos que los talibanes, siendo 300.000 militares, también se encontraba fuertemente desmoralizado por la retirada de las fuerzas extranjeras y la falta de suministros. Por el contrario, los talibanes perfeccionaron sus estrategias y las hicieron cada vez más efectivas.
Un ejército afgano sin garantías
Las deserciones eran cada vez más comunes en el ejército afgano. De hecho, según los inspectores del Gobierno de Estados Unidos, la situación terminaría por ser insostenible.
Desde la retirada de las fuerzas internacionales, la motivación de las fuerzas del Gobierno se había ido al piso. A esto se le sumaban las duras condiciones a las que se debían enfrentar, careciendo muchas veces de alimentos y hasta del pago de sus sueldos.
Según le comunicó un militar de 38 años, Taj Mohammad, al Wall Street Journal, "en los últimos días, no había comida, agua ni armas". Otro soldado de 25 años relató que no recibían “ayuda del Gobierno central”.
Por esa razón, muchos soldados y unidades enteras preferían desertar, antes de seguir luchando en dichas condiciones. En una de las principales ciudades del país, Kandahar, las tropas no habían recibido sus pagos en los últimos seis o nueve meses, según el Washington Post.
Los sobornos por parte de talibanes
La falta de garantías de la armada afgana abrió una estrategia para los talibanes, que comenzaron a ofrecer dinero a algunas de sus tropas.
De hecho, según el Washington Post, muchos soldados comenzaron a dar sus armas a los talibanes a cambio de dinero.
Pero el grupo insurgente no solo sobornaban a los militares por medio de objetos materiales, también impulsaron una guerra psicológica. Varios soldados recibieron sistemáticamente mensajes de texto en los que los motivaban a rendirse o cooperar. De no ser así, se enfrentarían a "peores consecuencias".
Las estrategias talibanes: más sofisticadas y efectivas
Además de los sobornos, los talibanes implementaron estrategias de guerra altamente efectivas. El grupo insurgente usó la técnica llamada “de adentro hacia afuera”.
Así, comenzaron con el control de las áreas rurales y al haberlas asegurado se decantaban por las grandes ciudades. Esto se hizo evidente con el rápido control de gran parte de las capitales de provincia del país. Cuando se tomó Kabul, el Talibán ya controlaba 28 de las 34.
El Washington Post, también muestra que el grupo comenzó a negociar acuerdos de rendición, que tocaban no solamente a soldados sino también a funcionarios gubernamentales de todos los niveles. Los pactos iban desde gobernadores provinciales hasta ministros de gobiernos.
Dichas estrategias se habían implementado mucho tiempo atrás y llevaron a asegurar grandes partes del territorio con antelación.
La desmotivación del ejército afgano desde retirada occidental
Uno de los puntos claves para comprender la mínima respuesta por parte de las fuerzas afganas, es su desmoralización desde el momento en que las fuerzas extranjeras dejaron el territorio.
Desde que se comenzó la retirada, los militares afganos se sintieron desprotegidos y también perdieron gran parte de su arsenal, que era manejado por la OTAN. Igualmente, la falta de guía estratégica complicó la capacidad del ejército de dar con ofensivas exitosas.
Por otro lado, un artículo de El Orden Mundial apunta a que a la falta de moral por parte del ejército, se le sumaba la poca capacidad de liderazgo del Gobierno central. Teniendo en cuenta que su legitimidad se había puesto en entredicho por las elecciones de 2019 que fueron tildadas de fraudulentas.
Es así, que el ejército ampliamente desmoralizado y sin una guía contundente, lleva a que, según el portal, “los soldados no han respondido como miembros de una institución estatal, sino a título individual, volviendo a sus lugares de origen para proteger a sus comunidades, bienes y familias”.
Además, la retirada de los militares extranjeros puso en evidencia las disparidades dentro del ejército afgano. Mostrando que solo unas pocas fuerzas especiales habían sido entrenadas por la OTAN, mientras que los soldados de otras zonas periféricas no estaban suficientemente capacitados.
Finalmente, las fuerzas afganas se habían acostumbrado a la manera de operar de Estados Unidos, en las que el ejército combinaba las operaciones terrestres con las ofensivas aéreas. Estas últimas, se vieron fuertemente reducidas con la salida estadounidense, dejando un vacío en la manera de efectuar sus estrategias militares.
El problemático acuerdo de Doha
Durante la administración de Donald Trump se tomó el primer paso para sacar a las tropas de su país del territorio afgano. El expresidente firmó un acuerdo con los talibanes el año pasado en el que se comprometía con dicha retirada.
El presidente afgano y gran parte de las fuerzas armadas esperaban que el nuevo mandatario estadounidense, Joe Biden, revirtiera la decisión. Sin embargo, esto no ocurrió.
De hecho, Biden anunció que todas las tropas estarían fuera del país antes del 11 de septiembre de este año.
Para muchos, el acuerdo de Doha, que fue diseñado para acabar la guerra, dejó una amplia desmoralización en las fuerzas afganas. Además, fue una motivación para los talibanes pudieran reagruparse y formarse más fuertemente.
Así lo anotó para el The Wall Street Journal, Andrew Watkins, analista senior para Afganistán en International Crisis Group: "El acuerdo de Doha les dio a los talibanes un indulto de un año". Añadió: "Pudieron reagruparse, planificar, fortalecer sus líneas de suministro, tener libertad de movimiento, sin temor al bombardeo estadounidense".
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